Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Llora Aguirre

Haciendo suya la 'doctrina Zaplana', Ignacio González estaba en la política para forrarse

Esgrime y no pocas veces corrobora con acciones el Partido Popular su naturaleza pragmática, de gestionar la política, o sea, de hacer lo posible huyendo de la promesa de lo imposible hecha carnaza electoral para gente asustada o encendida ante el robo desde el poder. Sorprendía que un partido que está convencido de que lo privado funciona mejor que lo público, y que por tanto tiende a privatizar los servicios públicos (evitémonos el largo elenco de ejemplos desde la Transición), se contradijera en la práctica con la gran empresa de aguas de Madrid, llamada el Canal. Ignacio González, mano derecha y delfín de Esperanza Aguirre durante años en el foro capitalino, se resistió cual gato panza arriba a subastar ese esencial servicio. Ahora sabemos por qué: haciendo suya la doctrina Zaplana, González estaba en la política para forrarse, y el control de una corporación ciclópea constituye una teta ubérrima de contratos y sus anejas mordidas. Es más, en vez de privatizar la empresa de aguas, se comprarían otras en el extranjero, a precios irracionalmente altos: todo sea por la comisión y el circuito de retorno del exceso dinero (público) pagado.

Que sí, que sí: como ayer hicieron varios conspicuos articulistas, esta red pestosa está sub judice. Pero el detalle en el auto de las grabaciones telefónicas deja tan poco lugar a dudas que nadie en el PP defiende al nuevo Granados y émulo de los triomphat de la Gürtel. Es un gran palo, y da la risa cuando algunos cercanos a González se ponen todo compungidos (recuerden, fue su correligionaria Cifuentes quien levantó a la liebre). Como los hechos, aunque parezcan evidentes, deben ser probados, permitan que uno dude de que nadie vaya a devolver lo robado ni a pagar suficiente prisión. Eso no se estila en este país con gente asesorada por grandes despachos, pagados, a lo que vamos, con el dinero que un día fue público. Otro circuito vicioso. Qué habilidad. Con mucha probabilidad hablamos chorizos, pero descartemos por completo que sean memos.

Como si viéramos a una madre que de pronto se entera de las andanzas de su hijo que se pasea en el lado salvaje de Lou Reed, vimos, con sofocados por el papelón, a Esperanza Aguirre llorar al, ejem, enterarse de repente. Allá cada uno con creerse esas lágrimas; las filias inquebrantables ayudan mucho a tenerle fe a la gente. A un partido que está bien fuerte tras la tempestad y que se acredita con no pocos números, esta nueva patada en el arco inguinal, ¿le robará votos? También lo dudo: los lunes es que uno está más descreído de la cuenta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios