Resistiendo

Andrés García Ibáñez

Museos trivializados

LOS índices de audiencias hacen mella en la esencia de instituciones importantes. Que se lo digan a los museos, víctimas de una política de gestión de nuevo cuño, que trivializa sus contenidos y eventos, con tal de subir el número de visitantes anuales.

El ejercicio de la democracia manifiesta su actividad en función siempre de la mayoría, sea esta simple o inmensa, en una suerte de tiranía si se contempla desde la pertenencia a uno de los numerosos grupos minoritarios, auténticos damnificados de este sistema. Lo que resulta rentable desde el punto de vista democrático es el bienestar y satisfacción de esa mayoría, establecida ya en un estado de comodidad plácida. Ni que decir tiene que los museos no son lugares precisamente populares, ni lo han sido nunca. Esto es así por la falta de preparación y formación cultural generales, acentuada aún más en países como el nuestro, de importante lastre histórico en esta materia, y el rotundo fracaso, reincidente, de nuestras jóvenes democracias en el terreno educativo. En los museos exhibimos los hitos de nuestra civilización, sean históricos, científicos o referidos al talento. Por ello son lugares importantes con capacidad para formar y emocionar.

Para emocionarse o amar hay que conocer primero, y sería deseable articular medidas educativas encaminadas a la formación integral del individuo y el desarrollo de su sensibilidad, antes que nada. Lo que no procede es la opción contraria; esto es, plegarse a las demandas populares y adaptar los museos, trivializando sus contenidos y realizando en ellos actividades lúdicas ajenas a su discurso y función, como conciertos de música, comidas y cenas de empresa en las mismísimas salas de exposición, jornadas erótico-festivas para asociaciones y colectivos…visitas todas ellas que se contabilizan en el computo general del año. Una forma en auge de reducir y banalizar contenidos es la materialización de una museografía tan espectacular en lo visual como elemental en su contenido cultural, planteando el recorrido como un parque temático liviano para escolares de la ESO, incapaces de concentrar su atención por mucho tiempo. Gran cantidad de audiovisuales de última generación, proyecciones y teatralizaciones, y que no haya que leer mucho para evitar el aburrimiento. Buena parte de las colecciones al almacén y fuegos artificiales por doquier. Ejemplo puro de esta tipología es el Arqueológico de Almería, ciertamente adaptado a un nuevo tiempo de castración y elementalidad intelectual, con el agravante particular, en su caso, de destruir la espacialidad y discurso estético interior de un edificio señero de la última arquitectura española.

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