República de las Letras

Ola conservadora

A veces somos tan tontos que justificamos el llamado impuesto al sol y denostamos a los ecologistas

Que este país no tiene arreglo es cosa sabida y asumida. Tal y como se puso en evidencia no hace mucho, cuando la izquierda tuvo la gran ocasión de firmar un pacto de gobierno y echar del poder a los corruptos, el paisanaje está dominado por una suerte de conservadurismo carca y miedoso: "si me tienen que robar, que me roben los míos", dicen, y disculpan, justifican, acusan a otros y desvían responsabilidades. Cuando llegó la izquierda -la de verdad, o sea, Podemos-, entonces hasta el PSOE fue bueno para ellos. Incluso ahora les parece estupendo que Susana Díaz opte a la Secretaría General socialista, mejor que ese rojo de Pedro Sánchez que estaba dispuesto a pactar con Pablo Iglesias. ¿Recuerdan lo de "la ola de erotismo que nos invade", en los 70? Pues ahora esa ola es de conservadurismo. Se trata de una ola demagógica, rozando lo estúpido. Hay quien es capaz de tirar piedras en su propio tejado criticando a los estibadores -que han logrado frenar el neoliberal decreto del gobierno- acusándolos de élite de la clase trabajadora por los salarios que ganan. Caramba, ¿no sería mejor defender los propios derechos como ellos han sabido hacerlo, luchar por unos salarios dignos y mejorar así la situación de esa misma clase trabajadora que se menciona, ahora sí, denominada en otros contextos clase media? Y, mientras, jalean hasta la extenuación a unos futbolistas que, además de ganar el oro y el moro -pagado por los aficionados, no se olvide-, se escaquean de sus obligaciones con Hacienda y trasvasan grandes capitales a paraísos fiscales. Hay también quienes critican -incluso ofenden- a los familiares de las víctimas del franquismo acusándolas de reavivar con abstrusas intenciones los recuerdos de la Guerra Civil, mientras callan ahora que la Iglesia procede a nombrar santos a los religiosos asesinados durante aquella tragedia, como si eso no fuese también avivar dolorosos recuerdos. A veces somos tan tontos que justificamos el llamado impuesto al sol, denostamos a los ecologistas y no nos importa nada que Alemania se haya liberado de la dependencia del petróleo y de la energía nuclear fomentando la autoproducción y consumo de fuentes de energía renovables, mientras en España pagamos la luz más cara no sólo cada día, sino a cada hora. O presenciamos cómo la justicia no es, ni mucho menos, igual para todos, como nos decían. ¿Conservadores? Estúpidos, más bien.

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