Paco Urrutia, poeta indaliano

Su espíritu indaliano estará entre nosotros, en nuestro cielo mediterráneo surcando como una amorosa gaviota

Cuando el reloj había marcado las 13:20 h. del viernes 9 de diciembre, con un cielo de luminosidad grisácea del primaveral otoño, que quería sumarse al acto con una acrisolada lágrima, se ha rendido un sentido y emotivo homenaje a título póstumo en memoria del poeta, músico y cantante almeriense Paco Urrutia. El réquiem tuvo lugar en el número 23 de la poética calle Hermanos Machado, frente a la Biblioteca Francisco Villaespesa, organizado por la Asociación Amigos Taurinos presidida por Antonio Berenguel y con la presencia de los ediles Ana Labella y Miguel Cazorla, medios de comunicación social, asociaciones del tejido socio-cultural - Celia Viñas, Instituto de Estudios Almerienses, Cofradías, Colegio Graduados Sociales, peñas taurinas, flamencas-, el ganadero Adolfo Martín, diestros Ruiz Manuel y José Gabriel Olivencia, presidente Coso "Avenida de Vílchez" Benjamín Hernández Montanari, el flamencólogo Antonio García 'Niño de las Cuevas", el historiador Antonio Sevillano, el asesor taurino Ramón Magaña.

El iter procedimental fue dirigido Rocío Berenguel, quien con su carisma realizó un sentimental y apasionado panegírico sobre la figura personal y profesional de Paco Urrutia, coadyuvada desde el atril presidencial, con el cante dulce y fina voz del locutor y cantante de Garrucha Andrés Caparrós y los versos del polifacético virgitano Gabriel Luis García Callejón.

En nombre de la AAT intervino Julio Gómez, quien expresó la vinculación del difunto Paco Urrutia con el mundo de la cultura almeriense, especialmente, con el ámbito taurino. En nombre de la afligida familia, tomó la palabra su desconsolado hijo Javier Urrutia Fenoy, quien con profunda emoción solo dio las gracias por tan especial homenaje a su padre, el cual desde la infinitud del cielo lo estará agradeciendo. Descubierta la pureza del monolito, se depositó en la planicie, unos aromáticos claveles blancos y rojos, colores de la bandera de Almería, por el propietario de la vetusta plaza de toros Manuel Cuesta, rompiéndose entre los centenares de personas en una cálida y cerrada ovación, transubstanciada en una oración en forma de brindis y lance piadoso por el eterno descanso del alma de Paco Urrutia, quien permanecerá su espíritu indaliano entre nosotros, en nuestro cielo mediterráneo surcando como una amorosa gaviota la mar de nuestra milenaria costa marítima del Zapillo.

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