ESTO se acabó. Que sí, que faltan dos partidos y hay que jugarlos, claro. Pero me da a mí que sobrarán, como han sobrado los tres últimos. Por suerte o por desgracia, una vez certificada la permanencia y visto que el traje de Uefa quedaba grande -o pasamos de probárnoslo-, el Almería está jugando los partidos llamados de la basura.

Pensando en positivo, nos queda haber sido la envidia de muchos equipos, más de diez. A saber: Mallorca, Depor y Athletic ya nos han pillado pero han sufrido más para atar la permanencia y han tardado más en soñar con Europa.

El Espanyol, al que visitaremos en la última jornada, lleva una segunda vuelta pésima y se ha dado un batacazo enorme que debe doler bien. Betis y Getafe, nuestros dos últimos rivales y a los que sin querer hemos ayudado a salvarse, han pasado lo suyo. Y qué decir del Valencia, que sólo ahora podrá tomarse una Copa para celebrar que termina su pesadilla.

Y faltan los que más tienen que envidiarnos: Valladolid, Zaragoza y Osasuna aún pelean por quedarse en Primera, lo mismo que el Recreativo de Huelva, que mañana se juega la vida en el Estadio Mediterráneo y al que podríamos darle una estocada mortal, como al Levante ese otro domingo en el que precios populares llenaron el campo para llegar a los 42 puntos que sabían a media permanencia. Para sí los quisieran muchos, no sólo entonces ni ahora sino incluso a final de liga; que se lo digan a nuestros vecinos de Murcia.

Hilando fino, hablaría de equipos que sí han estado por encima pero cuyo balance, por objetivos previos, es mucho más negativo que el nuestro, aunque la clasificación diga lo contrario: mis respetos al Barça. Y me acuerdo también de aquellos que se mueven en otras categorías, por las que ya pasó el Almería. Ay, mi Real Sociedad… Por eso, hay que despedir la temporada con orgullo. Hasta la próxima.