Carta del Director/Luz de cobre

El Pingurucho y su traslado

La rehabilitación de la Plaza Vieja debe buscar que se recupere el pulso del casco histórico de la ciudad

Cuando las obras de rehabilitación del Consistorio avanzan a un ritmo razonable y con la certeza de tener una Plaza Vieja remozada a la vista, vuelve como el Guadiana el traslado del monumento de "Los Coloraos" o "Pingurucho" de su actual ubicación a otra aún por definir.

Lo que no debe ir más allá de una decisión plenaria, a tomar con el máximo consenso posible y con el justo ruido, se ha convertido en un "guirigay", que amenaza con ser el culebrón del verano, más allá y con más trascendencia del que cada estío monta el presidente del Real Madrid con su fichaje galáctico.

Trasladarlo o no tiene una serie de connotaciones a tener en cuenta porque van a definir el futuro, tanto de la Plaza de la Constitución, como el del lugar a donde se traslade, si finalmente esto sucede. Parto de la premisa de que el original monumento estaba en la Puerta de Purchena, por lo que moverlo o no de la Plaza del Consistorio no debe suponer más trauma que el de la búsqueda de un lugar digno para la celebración anual del homenaje, que se viene sucediendo desde finales de la década de los ochenta.

El casco histórico de la ciudad necesita de forma urgente impulsos para trabajar en su recuperación. El primero vendrá de la finalización de las obras del Ayuntamiento, el segundo de un gran remozado de la plaza y el tercero de la mejora y rehabilitación de los edificios del entorno. Debemos buscar que este espacio recupere el pulso del casco histórico de la ciudad, como lo son otros similares en capitales tan emblemáticas como Salamanca, Burgos, Valladolid, Segovia y otras más cercanas como Granada o Córdoba. La Plaza tiene que ser el marco para la celebración de actividades culturales y para ello si es diáfano, mucho mejor. Sobre esta premisa me atrevo a apostar por el cambio de ubicación del "Pingurucho", y que se busque un lugar emblemático, como puede ser el final de la Rambla, a la altura de la Plaza de las Velas. Un marco perfecto para su visualización por aquellos que entran o salen de la ciudad por el puerto, además de prestigiar y valorar en su justo término el simbolismo de la gesta de aquellos que un día llegaron de Gibraltar, para tratar de sublevar la ciudad en contra del absolutismo de Fernando VII. De forma paralela sugeriría que se trabaje en conocer si los restos hallados en el cementerio corresponden a aquellos valientes, liderados por el coronel Pablo Iglesias. En caso afirmativo, apuesto por su traslado al monumento para cerrar de forma definitiva un círculo que lleva muchos años abierto y que ya es hora de que se cierre con el máximo consenso. Como símbolo de la libertad, el Pingurucho forma parte de la ciudad, de las gentes que en ella habitan y que creen todavía en la utopía como fórmula para cambiar las cosas, frente a la adversidad.

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