Tribuna

Javier Rodríguez / Delegado En Sevilla Del Colegio Oficial De Opticos Y Optometristas De Andalucía

Prevenir es curar

Visión borrosa, dolor de ojos y de cabeza, náuseas, vómitos, pérdida de la visión… son algunos de los síntomas habituales del glaucoma agudo. Generalmente el glaucoma crónico simple (el más común) no muestra ningún síntoma, ni ocular ni sistémico. Por este motivo hay que prestarle una especial atención a su prevención. Además, existe un tipo de glaucoma que cursa con tensión ocular normal (normotenso), por lo que, sin una revisión por un profesional bien entrenado y sus correspondientes pruebas, puede pasar completamente desapercibido.

Aunque esta enfermedad puede afectar a cualquier persona, algunos grupos tienen un mayor riesgo de desarrollarla: los mayores de 60 años, familiares de personas que tienen la enfermedad, diabéticos, descendientes de africanos, miopes o personas que hayan sufrido algún trauma ocular, personas con una presión intraocular alta o pacientes medicados con corticoides durante largos periodos, entre otros.

El glaucoma de tensión alta consiste en la mayoría de los casos en la obstaculización del sistema de drenaje del ojo, de tal forma que el fluido intraocular no puede salir. Al acumularse, se produce un aumento de presión en el interior del ojo que daña al nervio óptico de una forma mecánica, produciendo una pérdida del campo de visión.

El otro tipo de glaucoma denominado normotenso, obedece a la falta de riego al nervio óptico en la zona de salida del globo ocular (cabeza del nervio óptico) provocando igualmente la perdida del campo visual.

Para poder prevenir su aparición, los ópticos recomendamos someterse a exámenes oculares cada cierto tiempo para poder anticiparse al desarrollo y empeoramiento de la enfermedad. Las personas de mayor riesgo, sobre todo, deben pasar estas revisiones obligatoriamente al menos una vez al año, para poder prevenir y controlar la posible aparición del glaucoma, ya que son más propensos a desarrollarlo.

Hay que tener en cuenta que el único método de prevención para esta enfermedad es el diagnostico precoz. EL tratamiento tiene que proporcionarse única y exclusivamente una vez que el oftalmólogo ha diagnosticado el problema, y consiste, en su forma más leve, en la aplicación de colirios durante toda la vida. En casos más graves, el oftalmólogo puede valorar incluso la posibilidad de cirugía.

Aunque una vez perdida la visión, ésta es irreversible, una detección precoz y un tratamiento adecuado pueden mantener controlada la enfermedad y, por tanto, evitar que la visión se vaya perdiendo.

Por ello, los ópticos recomendamos no dejar a un lado las revisiones periódicas que garantizan un perfecto control y seguimiento, no sólo del glaucoma, sino también de cualquier otro problema ocular.

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