Privado y público

No sé si será por tener mente obtusa, o por tener el bolsillo abierto, por lo que no distinguen entre lo privado y lo público

Supongo que no será necesario llegar al extremo de los filósofos escolásticos cuyas sibilinas distinciones son proverbiales y bastante conocidas. Será suficiente prestar atención a lo que se hace y a lo que se dice para saber en qué esfera nos estamos moviendo. Lo que sucede es que no sé si será por tener mente obtusa o por tener el bolsillo abierto por lo que hay personas que no distinguen suficientemente entre lo que es la esfera privada y la esfera pública. Estamos asistiendo estos últimos días a la aparición de muchos enriquecimientos obtenidos por individuos que han estado en altas instancias de las administraciones y que han confundido, o no han querido distinguir entre, lo que es el interés de la administración, el interés de su partido y su propio interés. Y por ese motivo han mezclado de un modo ladino las tres esferas dando como resultado pingües beneficios para los dos últimos, y daños considerables para la administración y, consecuentemente, para los contribuyentes. Aunque me temo que en estos casos más que confusion ha habido mala fe. Confusiones que llegan al paroximo cuando se aprovechan redes clientelares con otras esferas de la administración en beneficio propio. Hay otro tipo de confusiones que se dan en otros ámbitos en los que igualmente se desatiende a la distinción entre la esfera privada y la esfera pública. Con ella se trata justificar algunas actuaciones apoyadas en tradiciones que, tal vez en el pasado tuvieran sentido, pero que en las actuales circunstancias no son aceptables. Las relaciones que pudiera haber entre lo que es el Estado y la Iglesia en los siglos XVI o XVII, incluso después, donde hasta el rey dependía de la divinidad, no pueden presentarse para justificar la intervención de los ejércitos como tales en determinados actos religiosos, como procesiones, o el uso del himno nacional en esos mismo contextos. Y menos aún sirve como justificación el que la posible atención espiritual de los soldados, entre otras razones porque juran dar "hasta la újltima gota de la sangre", atención que es estrictamente voluntaria y personal, pueda dar como resultado que se engendra cierto derecho o incluso obligación a que la institución militar, como tal, intervenga en esas manifestaciones religiosas. De la misma forma que los militares deben mantenerse alejados del partidismo politico, el ejército debe estar alejado del partidismo religioso.

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