Querido lector

La bandera, la excusa, el cóctel, la blasfemia, el emperador desnudo y la pasta gansa. El comediante que huye de la muerte que juega al ajedrez con el caballero

Vaya por delante mi más sentido pésame por el puesto obtenido por España en Eurovisión. Dicen las malas lenguas que siempre mandamos al cantante o a la cantante con menos posibilidades del mundo y vive dios que satisface las expectativas. Y tú, querido lector, olvida la nostalgia de tiempos en los que a Eurovisión se mandaban bellas canciones, tiempos de dos canales y Mazinger Z, y abraza el absurdo del mundo actual. El tiempo pasa y la mediocridad siempre llega, tarde o temprano. Pero a lo que iba, querido lector, yo no sé si soy culto. Yo cojo panfletos y cuadernillos, me fijo en los carteles y leo las siempre últimas páginas de cultura de los periódicos, que junto con las esquelas, el crucigrama, el mapa del tiempo y los anuncios por palabras rellenan las hojas tristes de lo intrascendente. Yo me intereso por las presentaciones y los eventos, planificando lo implanificable. Esta semana, sin más, me he topado con el cuadernillo del festival del teatro de El Ejido. Yendo por delante mi más preciado loor por su cuarenta aniversario y mirando por encima el cuadernillo preciado siempre me da la sensación de que hay dos tipos de culturas, la de las élites, que tienen tiempo y recursos suficientes para afrontar los no poco magros desembolsos que exigen los extensos programas culturales y la otra, la del resto del mundo, que ya no es cultura sino ocio, distracción, placeres del pueblo llano. Y no obstante nuestros gestores premian a las élites con grandes dispositivos sordos de audiencia gratuita y horarios de personas madrugadoras, con la copa de la cultura en la mano tras el evento y la resaca de cultura al día siguiente en despachos tardíos y tedios llenos de ganas de vuelta al espectáculo. La gratuidad, o lo que viene siendo lo mismo, los precios populares y los horarios sabáticos y dominicales, ése cáncer de la verdadera cultura. La cultura, que hay que pagarla y a buen precio, o no es cultura. Y al final, pues no es, sino un capítulo, un programa, un cuadernillo y una afición de élites vespertinas con tiempo pagado doblón a doblón por el resto que prefiere la otra cultura. La cultura, es decir, la colleja en la nuca del nerd y el desprecio por el empollón, el bostezo matutino en el atril del sabio. La bandera, la excusa, el cóctel, la blasfemia, el emperador desnudo y la pasta gansa. El comediante que huye de la muerte que juega al ajedrez con el caballero.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios