Queridos hijos

El paro juvenil, el de titulados, es algo de lo que se puede hablar, lo lamentan los políticos, prometen combatirlo los ministros

Días atrás se presentó en Madrid una candidata a dirigir un partido. No os diré quién, no tiene importancia -aclaro que me refiero al hecho, no a la candidata, que están los ánimos sensibles- El interés está en la primera interviniente en ese acto. Concretando, en esta frase: "A toda nuestra generación se nos prometió que, si estudiábamos, si nos formábamos, tendríamos el futuro asegurado. Y se nos engañó" Es lo que deseo aclararos, amados hijos. Lo único que yo os prometí, si estudiabais, era llevaros al Mcdonald´s. Os digo esto porque, con sus variantes, esta idea aceptada acríticamente se ha convertido en verdad indiscutible. Muchas veces seguida de "encima que somos la generación más formada de la historia"

¿Quién y cuándo lo prometió? ¿Cómo se llega a considerar el paro de los licenciados jóvenes como culpa de la sociedad y el de los mayores o sin formación como responsabilidad de ellos mismos, casi merecida? El paro juvenil, especialmente de titulados, es algo de lo que se puede hablar; lo lamentan los políticos, prometen combatirlo los ministros. Nadie imagina un mitin en el que el telonero fuera un señor de 53 años, tripilla y vestido de mal gusto, narrando su larga experiencia con el desempleo, o que tiene que conseguir que seis comercios o bares del barrio le sellen un curriculum y pedir una ayuda de seis meses. Si se inventa titulaciones da igual, porque no sirve de nada.

En Almería, 2016 acabó con un 27% de los parados sin trabajo desde, al menos, hace dos años. La gran mayoría mayores de 50 años; la inmensa mayoría con bajas cualificaciones. Tienen un horizonte laboral complejo, por decirlo finamente, y es un dato extrapolable a toda España. Si consiguen interrumpir el desempleo es, al menos de momento, en empleos de baja remuneración y corta duración. Son tan inocentes como los parados jóvenes con formación. Igual. Pero resultan más incómodos, porque evidencian el fracaso de todo el sistema, desde la educación al mercado laboral. Los poderosos han sido hábiles. La frustración y la rabia de la gente han sabido canalizarla. De los parados hacia los empleados, de los precarios a los fijos, de una generación a otra, una guerra de pobres. Vosotros, hijos, a diferencia de la joven del mitin, no esperéis a nadie con superpoderes que os rescate, no culpabilicéis a otros y no aceptéis que el enchufe y la adulación son el mejor curriculum.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios