La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Ranas en la charca del PP

El PP está estigmatizado por la corrupción por no haber hecho lo que Cifuentes: llevar a sus corruptos a la Fiscalía

Presumía Esperanza Aguirre de que habiendo nombrado unos quinientos cargos a lo largo de su vida pública sólo dos le habían salido rana. O sea, corruptos. Han resultado ser muchos más de dos. Además, ¡qué dos!: uno era su mano izquierda (Francisco Granados) y el otro su mano derecha y sucesor (Ignacio González). El primero mora en la cárcel, el segundo se encamina hacia ella.

Si al Partido Popular le persigue literalmente el estigma de la corrupción y no ha sido amnistiado ni siquiera por la defección, en 2016, de tres millones y medio de votos, ha sido por este tipo de reacciones de sus dirigentes ante cada caso: que es asunto de unos pocos garbanzos negros, ya apartados de sus cargos -"esa persona de la que usted me habla ya no está en el partido"-, y que ocurrió en el pasado.

Bueno, pues ni son pasado ni son garbanzos sueltos. Ignacio González fue aupado a la presidencia de la Comunidad de Madrid en 2012. Ayer mismo, como quien dice. Antes, y después, utilizó la empresa pública Canal de Isabel II para enriquecerse a sí mismo y a sus familiares directos mediante el cobro de comisiones por adjudicación de contratos y las operaciones fraudulentas del Canal en América. El juez le imputa prevaricación, malversación, blanqueo y toda la letanía de la corrupción que en el futuro recitarán los escolares para describir una época sombría de la historia contemporánea de España.

El juez investiga si el saqueo de González era sólo para él o servía también para financiar al PP. Hay dos explicaciones posibles para la tolerancia, connivencia o complicidad de la dirección de los populares con sus corruptos. Una, que efectivamente gracias a ese dinero ilícito del fraude y la extorsión se podían organizar costosas campañas electorales y competir en los comicios bajo los efectos de tan oportuno dopaje. Otra, que ni Esperanza Aguirre ni, por supuesto, Mariano Rajoy conocían los manejos de sus subordinados. Es difícil de creer. En 2008 Rajoy, en una pelea interna, dijo en un comité ejecutivo del PP que no admitía lecciones morales de alguien -Ignacio González- sobre cuya conducta había serias dudas. Pero entre 2008 y 2017 no hizo nada por despejar esas dudas.

EL PP no está estigmatizado porque en sus filas haya numerosos corruptos, sino porque ni ha pedido perdón a la sociedad ni ha hecho autocrítica como partido. Y sobre todo, porque no hizo nunca lo que Cifuentes: denunciar ella misma a González.

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