Respiro en el cenáculo

Alguien dijo alguna vez que el arte del descanso es parte del arte de trabajar, y no le faltaba razón

A lguien dijo alguna vez que el arte del descanso es parte del arte de trabajar, y no le faltaba razón. Porque entre tanta obligación, responsabilidad u ocupación cotidiana el ser humano es, ante todo, eso, humano. Y de vez en cuando necesita tomarse un respiro, huir de la maldad del quehacer diario, hacer dispendio de tiempo y disfrutar en compañía. Y si además se adereza con vino y rica gastronomía, el súmmum de la felicidad. Y en nuestra tierra, Almería, la suerte de experimentar esta última, al degustar unos buenos caldos y productos de la tierra, es más fácil que en cualquier otro lugar, gracias a la clase magistral que nos otorga de modo natural nuestras bondades y fortalezas. Qué sería si hiciéramos algo más. El compartir los secretos y misterios de la uva traen al recuerdo parte de nuestra literatura, aquella misma que elogia y parafrasea las virtudes de ese líquido sagrado, protagonista en sus más variopintos escenarios a lo largo de la historia de la humanidad, y que lo fue también estos días de forma menos ortodoxa, pero igual de dichosa. Nos dice el Génesis al respecto que "Noé, que era labrador, comenzó a labrar la tierra y plantó una viña, y bebiendo luego de su vino, quedó embriagado y echose desnudo en medio de su tienda." O en las memorias sobre el vino escritas -excelentemente- por nuestro paisano José Manuel Caballero Bonald, se rememora las gracias del producto de la vid en la Grecia antigua, descubriendo el gran prestigio social que llegaron a alcanzar las tertulias después de las comidas. Aquellas que, más que sobremesas, se podían catalogar como asambleas, de duración indefinida y conocimiento en ebullición, llegando a constituirse bajo su estímulo un verdadero protocolo en las maneras de servir y beber el vino. En honor de Dionisos, dios al que se le atribuye la primera experiencia etílica, en su cueva de Nisa, después de los postres se procedía a la primera selecta libación. Esos brindis eran los que anunciaban solemnemente el comienzo de la tertulia vínica propiamente dicha. Eucaristías paganas éstas que propician la empatía y transmiten sabiduría, experiencias al servicio del compañero de cenáculo y copa, simposios con el solo estímulo de una buena compañía y congraciamiento de la palabra. Al final, son estos, entre otros, los momentos que maceran la vida de una persona y que fermentan la amistad. A todo lo demás, que avinagra el espíritu, puerta.

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