La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Susana pone la directa

No las tiene todas consigo: Pedro moviliza a más gente de la cuenta y la militancia del PSOE suele desafiar al aparato

No se ha estado quieta, Susana Díaz, mientras sus contrincantes en las primarias del PSOE se lanzaban abiertamente a la carrera electoral. La celeridad de Patxi López y el auge de Pedro Sánchez han estropeado la estrategia y alterado el diseño temporal de Susana, pero ella ha trabajado intensamente en la sombra. Para conseguir dos objetivos básicos: controlar la militancia andaluza y desactivar la oposición de la catalana.

Lo del domingo 26 en Ifema será una exhibición de fuerza. Una presentación de credenciales. Avales antes de la hora reglamentaria de los avales que tratan de decantar a los votantes (militantes). En eso supera en mucho a Sánchez y López. Aparte de los antiguos líderes socialistas, la respaldan casi todos los dirigentes autonómicos y muchos alcaldes, concejales y secretarios locales, con enorme influencia directa en sus agrupaciones y municipios.

Pero no las tiene todas consigo. Díaz sabe que no es del todo cierto lo que insinúan sus estrategas de que el éxito de Pedro Sánchez es sólo aparente (movilizaría siempre a los mismos en todas partes, en plan Queipo de Llano-1936 con sus moros). Pedro mantiene muchos partidarios. Miles de socialistas que siguen disconformes con la abstención ante Rajoy y que fueron educados durante años en el odio al PP y su caricaturización como extrema derecha que desmantela el Estado de bienestar.

Es gente, también, que no ha indultado la conducta de Susana Díaz frente al liderazgo de Pedro. La vieron como un ejercicio de maquiavelismo, taimado y maniobrero. En tercer lugar, la historia del PSOE contemporáneo revela cómo se activa insospechadamente la vena ácrata, izquierdista y, sobre todo, antiaparatista de los socialistas de base. La nomenclatura del partido apostó en 1998 por Joaquín Almunia, que era secretario general, como candidato a la Moncloa, pero quien ganó fue José Borrell (por 21.000 votos); y en 2000, cuando ungió a José Bono, Zapatero le levantó la merienda (por 9 votos, de delegados). Quiérese decir que el voto de los militantes es imprevisible.

Con todo, probablemente ganará Susana y Pedro obtendrá un buen resultado. Patxi López quedará en anécdota, con una vertiente interesante (¿a quién de los otros dos le restará votos?). Creo que, al final, va a ser lo mejor para el país, que es el criterio de más peso que aplico yo en estos asuntos.

El decidido propósito de Susana de seguir en la Junta si gana las primarias en el PSOE merece una conversación. Y otra columna.

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