El segundo cafe

Álvaro De La Haza

Técnicos y gestores

LOS nombramientos de cargos relevantes reabren siempre un viejo debate. Como es lógico, se evalúa el acierto de las decisiones con base en la experiencia de los elegidos y de los descartados. Llegado el momento, siempre hay quienes reivindican para estos puestos la importancia del conocimiento técnico y quienes, por otro lado, ponen el acento en las habilidades de gestión.

Hubo un tiempo en el que se privilegiaba el conocimiento profundo y preciso de la materia en cuestión, hasta el punto de decirse que nos dirigían los tecnócratas. Quién más idóneo para Ministro de Obras Públicas -se escuchaba, por ejemplo- que el más prestigioso ingeniero de caminos. Así las cosas, quedaban en un segundo plano otras capacidades comos las de negociar, dirigir equipos, hacer cumplir un presupuesto o comunicarse con la opinión pública. Pero el péndulo de las ideas es inquieto y pasamos después a una situación casi contraria. Parecía entonces que un buen gestor podía hacerse cargo de casi cualquier responsabilidad, con independencia de su anterior trayectoria. Siempre habría expertos que le asesoren en el plano técnico -se razonaba- y si no, pues se fichan y se acabó el problema. Claro que para rodearse de expertos hay que saber quién lo es y quien sólo dice serlo; para esto, a su vez, hace falta expertos que asesoren al alto cargo -expertos para elegir expertos pues no se es experto…- y teníamos el lío servido.

Pues parece que ni una cosa, ni la otra, sino las dos. El escenario actual exige contar con un gran nivel de gestión. Pero también es necesaria una base de conocimiento específico. Y ello porque al gestor le toca optimizar un equipo repleto de técnicos. Se ven ejemplos preocupantes de lo que pasa cuando no hay comunión entre los gestores y los técnicos. Los primeros se desesperan por la supuesta falta de perspectiva de los segundos y éstos se frustran porque aquellos llegan a tratar su función como una cuestión menor. En casos graves, se llega a observar verdadera esquizofrenia cuando gestores y técnicos de una misma organización (ya sea privada o pública) hablan lenguajes distintos.

Me quedo, en síntesis, con algunos sencillos apuntes de solución (todos hurtados a mis contertulios; gracias): (i) suficiente afinidad de la trayectoria del candidato con la materia que gestionará; (ii) más formación en gestión también para los técnicos con mayor responsabilidad; (iii) mantenimiento de la importancia y del prestigio de la labor técnica. Y, por último y en resumen, (iv) asumir que la realidad actual, tan exigente, requiere de la alta dirección importantes dosis de las dos cosas: conocimiento especializado y capacidad de gestión.

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