La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Tremendo delirio en Cataluña

Puigdemont va a hacer bueno a Mas: culminará el fracaso del separatismo, dividirá a la sociedad y liquidará al PDeCat

Parece mentira, pero Carles Puigdemont va camino de hacer bueno a Artur Mas. Se dispone a culminar el fracaso del proceso separatista, redondea la fractura de la antaño avanzada sociedad catalana, está más en las manos de los antisistema de la CUP que Artur y anda infligiendo el golpe de gracia al partido (ahora PDe CAT, antes Convergencia) que vertebró Cataluña durante treinta años, un barco a la deriva del que ya saltan los más lúcidos, sensatos o temerosos. No hay quien dé más.

Esta semana Puigdemont ha dado otro paso hacia el abismo, anunciando en un teatro la proposición de ley del Referéndum que habrá de conducir a Cataluña a su independencia en forma de república. Con la pretendida astucia de los conspiradores de salón: no propone la ley, sino que la anuncia, para que la oposición no pueda de inmediato debatirla ni el Gobierno español impugnarla ante el Tribunal Constitucional. Se piensa listo, pero sólo logra evidenciar su estupidez y mediocridad.

Estúpido y mediocre, a la vez que peligroso. Por el objetivo que persigue y por los medios que utiliza para conseguirlo. Vayamos a los medios. El referéndum es ilegal e ilícito. Se acoge al Derecho Internacional como instancia superior a la Constitución española obviando que la autodeterminación sólo se reconoce a las colonias o las naciones sometidas a ocupación militar extranjera. Da por válida la independencia en 48 horas si la respalda la mitad más uno de los hipotéticos votantes y sin establecer un mínimo de participantes (hasta para segregar un municipio el Estatuto catalán exige que vote el 50% del censo local). Sustituye la Junta Electoral por una Sindicatura Electoral designada por mayoría en el Parlament y con plenos poderes sobre el procés. Con respecto a la organización del plebiscito, nada se dice del censo, la fabricación de urnas y papeletas y los colegios electorales. Vuelven a hablar de "voluntarios" para suplir a los funcionarios que no acepten arriesgarse participando en la pantomima. Como en la inútil consulta del 9-N.

En cuanto al objetivo del Circo Puigdemont, eso sí que da miedo. La república catalana que vendría se dotará de un proceso constituyente asambleario, con un foro social como eje, a lo Nicolás Maduro, control a los jueces y premios-castigos a los medios de comunicación según se porten.

Menos mal que referéndum no habrá. Menos mal que todo es tremendo delirio.

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