Turismofobia

La "kale borroka" del turismo por parte de unos violentos que emulan sin creencias ni ideología al anarcosindicalismo

Lo qué nos faltaba! Sí no teníamos bastante para entretenernos en este caluroso verano de sedición independista, nos llegó en el Levante español, especialmente, la "kale borroka" del turismo por parte de unos violentos -ninini-, que emulan sin creencias ni ideología alguna, salvo el hacer daño por el daño a la sociedad civil, que quiere resolver sus problemas en paz, al decimonónico anarcosindicalismo de principios del siglo XX con actos vandálicos e ilícitos frente a inmuebles o entornos de carácter turístico, visitados en gran número, tanto a nivel de residentes de nuestro asimétrico país como de quienes nos visitan de otras internacionales tierras, que vienen a contemplar nuestros monumentos y paisajes.

No digo, que haya cuestiones debidas a la globalización e internalización de los mercados, que a nivel de turístico deban de ser reguladas con ponderación - con el académico término numerus clausus- para evitar desajustes o disociaciones en aquellos aspectos que tienen una influencia desde el punto de vista social, medio ambiental y económico, ya que las nuevas tendencias en este sector productivo, que tanto aporta al PIB, precisa de ordenaciones legales a nivel básico estatal.

No que cada comunidad autónoma, provincia, municipio o isla se conviertan en un cantonalismo de autogestión desigual y por ende arbitrario e injusto, que en vez de solventar los problemas que puedan darse en la España peninsular y de ultramar como país receptor de millones de turistas desde hace cincuenta años, el efecto reglamentario sea el contrario a lo que se pretende y las medidas signifiquen aminorar o constreñir una de las fuentes de riqueza de este machadiano país.

No quisiera pensar, que este tipo de agresivas actitudes de boicotear la llegada de turistas, que se están dando en determinadas zonas, estén orientadas a desestabilizar, no solo la llegada de personas para disfrutar del ocio productivo, sino al propio sistema democrático; no haciendo falta expresar, qué quienes siempre están en contra del turismo aquellos países que no tienen un régimen de convivencia democrático; porque hoy la toman con el turismo y mañana comienzan a mamporros con otros bienes muebles, inmuebles o semovientes, y cómo no tienen nada que perder, salvo la corta privación de libertad o multa, que por cierto, daños difíciles de evaluar económicamente por su etérea contingencia.

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