Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Universidad gratis?

Acercar la universidad a un modelo de gratuidad como el del resto de la enseñanza es una política recomendable

El Gobierno andaluz ha desarrollado a lo largo de los años una peculiar habilidad para meterse en charcos de todos los tamaños, incluso cuando hace cosas que parecen de manual y que deberían pasar el escrutinio público sin mayores sobresaltos. La última, por ahora, lluvia de improperios le ha llegado por el anuncio de que a partir del próximo curso pondrá en marcha la bonificación de las matrículas universitarias al 99% con el único requisito de que se haya obtenido un aprobado que permita al estudiante seguir avanzando en su carrera. Lo más suave que se le ha dicho a la Junta es que con esta medida se desincentiva el esfuerzo y se premia la mediocridad y la vagancia, a imagen y semejanza de su propia actuación. Al Gobierno andaluz se le pueden hacer muchos reproches y en política universitaria hay materia para cortarle más de un traje. Pero en este caso creo que las críticas son injustas y que el asunto se ha explicado mal. De lo que se trata, o así debería ser, es de acercar la educación superior en centros públicos al modelo de gratuidad que funciona desde hace mucho tiempo en la enseñanza primaria y secundaria y de hacerlo con una forma que es la que permiten las actuales circunstancias presupuestarias. En definitiva, se levantan barreras para que la permanencia en la universidad no esté vinculada al nivel de renta de los padres del alumno. Ello no sólo no es malo sino que constituye una obligación para un Gobierno que se dice de izquierdas.

Si de verdad el sistema educativo superior quisiera reconocer el talento y premiar el esfuerzo lo que tendría que hacer es habilitar para aquellos alumnos que no se lo puedan pagar y tengan alto rendimiento un sistema de incentivos que incluya estancias en universidades extranjeras de élite, la subvención de prácticas en empresas punteras o facilitar el estudio de idiomas para el acceso al complicado mercado global de trabajo, por citar sólo las medidas más obvias.

No hay que desbrozar mucho para llegar a la conclusión de que la universidad pública andaluza necesita reenfocar actuaciones y potenciar la excelencia. La cubre un manto de mediocridad que es uno de sus déficits. Pero no creo que la solución sea relacionar el acceso a la enseñanza superior con el nivel de renta. En otras palabras y excusen el tono demagógico pero creo que clarificador: no sería justo que el hijo de un pobre necesitara un diez para poder seguir en la universidad y al hijo de un rico le bastara con un cinco.

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