Contra la barbarie

Mañana es el Día Internacional para fomentar la tolerancia cero respecto a la brutalidad de la mutilación genital femenina

M style="text-transform:uppercase"> AÑANA, 6 de febrero, es el Día Internacional elegido por la ONU para sensibilizar al mundo y fomentar la tolerancia cero respecto a la brutalidad de la mutilación genital femenina, una atrocidad aún habitual en diversas culturas africanas y no desconocida, vía transmigración, en ciertos suburbios marginales del primer mundo. Porque como decía M.Weber, los migrantes viajan siempre con sus dioses a cuestas. Pero ya no se trata de condenar la mutilación femenina acá o acullá, de lo que se trata es de eliminarla doquiera que exista tal barbarie que afecta a más doscientos millones de niñas y mujeres que han sufrido ablación genital en la infancia o en la adolescencia, con sus secuelas físicas de hemorragias, infecciones e infertilidad. Un martirio que viola los más elementales derechos humanos y ante el que nadie, con un mínimo de sentido de la misericordia, puede permanecer indolente. Así que asumo el reto de alzar la pluma, enfática, dramáticamente, contra esta otra gran infamia de género cuya resolución, impostergable y urgente, obliga a seguir alentando una oleada de indignación social, de intolerancia radical, no importa ya qué razones seudo culturales, religiosas o tribales se invoquen, ni qué riesgos diplomáticos, económicos o comerciales se afronten: tolerancia cero, es la única receta digna ante esa tradición brutal de la mutilación. Cuya etiología, además, no es ajena a otras realidades, a cual más patética, que seguimos tolerando apáticos, como que mas del 70% de los pobres de este mundo, sean mujeres, y más de las dos terceras partes de todos los analfabetos, también; o que según UNICEF, más un millón de mujeres mueran al año solo por el hecho de serlo. O si prefieren ilustrarse en la materia con Amnistía Internacional, conocerán también que el 97% de las mujeres de más de 28 países sufren esas mutilaciones, que a veces (hasta el 15% de ellas) se practican a través de la infibulación, variedad cuya descripción aterra: primero "cierran" a la mujer y luego, la "abren" para su esposo; les eximo de la descripción completa del proceso que podrán hallar en la bibliografía veterinaria. Pero lo que no me resisto a dejar de reseñar son los terribles desvaríos psicológicos, acaso más pavorosos aún que los físicos, que acaban padeciendo tales criaturas. Una locura que a menudo acaba convirtiéndolas en firmes defensoras de mantener la atroz costumbre entre sus propias niñas.

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