El segundo cafe

Álvaro De La Haza

Una buena inversión

HEMOS asistido en las últimas semanas a un temporal de noticias y opiniones sobre la situación de la Administración de Justicia, objeto de ataques y reproches. Así las cosas, no se puede pasar por alto que nuestro sistema jurídico es una realidad más amplia y que tampoco debería librarse de revisión y crítica. Por un lado, porque el sistema jurídico es el padre de la criatura ya que conforma, regula y ampara a los tribunales. Y, por otro lado, porque nuestros juzgadores tienen que aplicar el Derecho (conviene recordar esta obviedad) y esta labor viene frecuentemente dificultada por rasgos característicos de nuestro sistema jurídico. Así pues, el tema de fondo es más amplio (sistema jurídico) y no resulta justo cargar las tintas sólo sobre uno de los elementos que lo componen (Administración de Justicia).

Desde luego, sería absurdo -por imposible- el intento de repasar aquí el sistema jurídico ni siquiera parcialmente, pero sí quiero apuntar una relexión.

He tenido la oportunidad de tratar con profesionales del Derecho de países muy diferentes y he encontrado una relación inversa entre confusión normativa y desarrollo socioeconómico. Si me permiten expresarlo de manera telegráfica diré que, en países con menor desarrollo, he comprobado la secuencia siguiente: complejidad regulatoria - lentitud e inseguridad en los procesos - opacidad, terreno abonado para la corrupción - laxitud en la observancia de las normas - consecuencias imprecedecibles ante los incumplimientos.

Por el contrario, en países muy desarrollados se observa -en general- una cadena opuesta a la anterior y que podría resumirse así: (relativa) sencillez normativa - agilidad de las instituciones - más transparencia y conocimiento de la regulación - mayor grado de cumplimiento - reacciones más contundentes ante las infracciones.

Cuando nos referimos a la seguridad jurídica como elemento clave del futuro, debemos entenderla en un sentido amplio. No se trata sólo de que las normas sean individualmente (una a una) claras y lógicas. De poco serviría esto si, en la práctica, al aplicar el conjunto del sistema jurídico, nos seguimos enredando en una maraña de trámites, colisiones y redundancias.

Los objetivos de modernización de la Administración de Justicia y de seguridad jurídica se deben integrar en el conjunto del sistema jurídico. Lo verdaderamente esencial es conseguir la razonabilidad y la eficiencia del sistema como un todo.

Así nos acercaremos a los países más avanzados. Estamos ante el esqueleto mismo del Estado y afrontar su mejora será una muy buena inversión.

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