La cruzada de Candel

Resulta innegable pensar que este granadino merece sí por lo menos el respeto de aquél que lucha desinteresadamente

Una lección que aprender. Cruzando el pasado martes la Avenida de la Constitución granadina, en dirección al edificio judicial de La Caleta, sorprendía ver la muchedumbre agolpada en uno de sus laterales. Nada comparable a la capitulación de Boabdil ante los Reyes Católicos, o la rebelión morisca protagonizada por Aben Humeya en el Albaicín. Pero resultaba curiosa, porque tan peculiar imagen solo acontece cuando tiene lugar algún acontecimiento con relumbre mediático o amarillista. En este caso, se trataba del juicio frente al apodado como "Spiriman", el doctor Jesús Candel, incoado frente al mismo por unas supuestas injurias vertidas hacia el Viceconsejero de Salud de la Junta de Andalucía. Sin entrar en el fondo de esta causa -¡Justicia, para eso estás!-, es de significar el apoyo ofrecido por los que allí se concentraban hacia el médico, todo un personaje a estas alturas. Raro es ver a una persona hacer suya toda una causa como la hospitalaria de Granada, un pulso que ganaron este mismo año a la administración andaluza, con tesón del pueblo y especial riesgo para el citado doctor, que lo encabezó sin el refugio y confort que ofrece el escudo funcionarial. Pero, más raro aún, es tener a todo un colectivo, hablamos del sanitario, respaldándote y dando la cara por ti. Debería ser lo normal, pero, como decía, en estos tiempos de comodidad extrema, complacencia desmedida y amiguismos insoportables (no solo en política, también en la escala administrativa), es una actitud en peligro de extinción. Algunos tachan al doctor Candel de oportunista soberbio, el nuevo sumando de la fama por cápsulas que vende nuestra sociedad, protegido por la tranquilidad del patrimonio familiar. Eso dicen. Sea cierto o no, resulta innegable pensar que este granadino merece, si no esa admiración profesada, sí por lo menos el respeto de aquél que lucha desinteresadamente -nadie ha demostrado lo contrario- por el bien general de la ciudadanía, por abanderar una causa loable y necesaria para su ciudad, de ser un activista entusiasmado que, tal y como floraba en la obra de su paisano Angel Ganivet, pretende cambiar las ideas y actitudes sospechosas de la administración imperante. Lástima no tener un "Spiriman" de Almería, aquél que hubiese conseguido abrir el Hospital Materno-Infantil de esta ciudad años ha, o solventado tanta vergüenza, calamidad y necesidad sanitaria de la provincia.

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