Peces de ciudad

Fran Luque / Deportes@elalmeria.es

Mi desprecio a los violentos

Pongamos todos de nuestra parte para acabar con la violencia en el deporte

EL fútbol levanta pasiones, une en las gradas a miles de personas que sólo tienen en común el amor a un escudo. Se trata de un sentimiento profundo, que nos hace ponernos nerviosos viendo una final, gritar con emoción un gol y, a veces, hasta llorar una derrota. A pesar de todas esas sensaciones, el fútbol no deja de ser un deporte.

Muchas veces siento vergüenza al ver imágenes en televisión de gente 'matándose' en la grada, despreciables violentos que manchan con sus actos el significado del deporte rey. Siempre vemos en la noticias numerosos campos de Argentina, Colombia, Italia, Alemania y, también, España en los que este tipo de desalmados se agreden unos a otros o, incluso, a los jugadores. Pero esto no pasa solamente en los grandes campos, pasa muy a menudo en los terrenos de juego de nuestro fútbol base, lugar donde se forjan las canteras, donde existe la gran ilusión de chavales que sueñan con ser grandes jugadores.

El pasado fin de semana llamaron a este diario para informar de un vergonzoso suceso que tuvo lugar en un encuentro de Provincial cadete. Nos contaron las salvajes agresiones que sufrieron varios jóvenes al concluir el partido. La tensión puede crecer entre rivales. Esto es excusable en cierto modo, pero montar una batalla campal cuando ya no hay nada en juego y agredir a chavales, de quince o dieciséis años, no tiene nombre. Bueno sí, ¡salvajismo! Es la única palabra que ahora mismo se me ocurre para definir a este tipo de energúmenos que van a los campos de fútbol base a mostrar su odio.

Muchas veces la mecha de este tipo de violencia la encienden los propios jugadores, a los que les vendría bien una charla sobre el respeto a la palabra deporte, otras los propios entrenadores o padres, los que supuestamente deben dar ejemplo de deportividad a los más jóvenes. Pongamos todos de nuestra parte para que se acabe la violencia en el deporte.

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