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Javier / Montoya

El día del Almería

SE acerca la hora. Domingo, 5 de la tarde. Ese es el momento que está marcado en la cabeza de todo rojiblanco que se precie. Porque dos horas después, cuando acabe el partido en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo ante el Levante, la Unión Deportiva Almería puede haber conseguido su billete virtual para volver a viajar en Primera otra temporada más.

Los tres puntos de la victoria supondrían alcanzar el principal destino de los 42, tan deseado desde el inicio del viaje y al que está costando llegar en este último tramo, en el que nos movemos lentamente de parada en parada.

Equiparar este choque a los de otras temporadas en los que el equipo se jugaba ascender no es exagerado, al contrario. La victoria es el resguardo del pasaporte para igualar el máximo hito histórico del fútbol almeriense, permanecer dos temporadas de forma consecutiva en Primera División.

Yo, que me quedé en tierra a última hora el día del ascenso -con el agravante de sí haber vivido el chasco de Lorca-, no quiero que se me escape esta vez.

Lo de subirse al carro es algo que a mí no me molesta que me digan. No soy abonado aún, no sé si lo seré pronto pero sí que apoyo como mejor puedo al Almería. Me encanta vivir los partidos en el estadio, en el nuestro y en los ajenos, si por mi fuera lo haría siempre. Pero a mi pobreza y a mí, los precios de aquí nos siguen pareciendo muy caros -por eso suelo recurrir a los desplazamientos-.

Por todo ello también me parece justo aplaudir la decisión del consejo de administración del club de poner precios populares para la ocasión, darle la oportunidad de vivir tan importante encuentro a todos los aficionados, a cualquier almeriense en general.

Porque me sé de uno al que le quedaban 20 euros para acabar el mes y así tiene la opción de poder participar en esta fiesta. Aunque luego no le quede ni pa pipas.

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