La Buhardilla

Manuel Lucas Matheu

La doble moral sexual

ES difícilmente comprensible, que sigamos poniendo a la sexualidad, en los lugares más obscuros. Hoy en el discurso oficial de casi todo el mundo, se presume de tolerancia y comprensión, con los temas sexuales, y de la importancia que estos tienen para el bienestar de los ciudadanos. Pero las realidades cotidianas no reflejan este discurso. Pongamos algunos ejemplos. Hace unos días intenté poner un anuncio sobre mi consulta de Sexología, en el Hospital Mediterráneo, en Facebook, e inmediatamente me contestaron lo siguiente: "Tu anuncio no se ha aprobado porque infringe nuestras políticas de publicidad. No se permiten anuncios que promocionen actos sexuales, vídeos y publicaciones de naturaleza sexual, clubes de stripteases o espectáculos para adultos. Los anuncios de este tipo son delicados, y suelen suscitar reacciones negativas por parte de las personas que los ven" Después de reclamar por dos veces, el anuncio, finalmente, fue aceptado. Pero la inmediata repuesta del comienzo, comparando una consulta sexológica, con clubes de stripteases o espectáculos para adultos, es un despropósito absoluto. Un servicio, donde tratamos graves problemas y disfunciones sexuales, que afectan a la salud y el bienestar de las personas, y a las relaciones de la pareja, comparado con la promoción de actos sexuales, y con poco menos que pornografía, es muestra de la ignorancia y de la doble moral, que inunda nuestra sociedad.

Redes sociales y comentarios a las noticias de la prensa digital, por las que circulan insultos y desprecios hacia las personas, realizados por los llamados haters u "odiadores", que se dedican intensamente a eso, lo que demuestra la cantidad de gente que hay en nuestro país deseando que haya una nueva polémica para poder desprenderse de parte de su amargura lanzándosela a otro, hasta hundirlo. Pornografía del odio y la maledicencia, que además de las redes sociales, inunda programas en canales de televisión, mal llamados del "corazón". Pero esos programas, en los que se liquidan socialmente a muchas personas, tienen una importante audiencia, y además se emiten sin restricción de horarios. Y esto no produce ningún tipo de rubor a casi nadie. Pero la sexualidad, que es un valor y una capacidad, que determina de forma importante el bienestar de las personas, sigue condenada al ostracismo y a la condena más o menos explícita, y se le han añadido compañeros de viaje, como la violencia, el abuso, los peligros, las perversiones, etc., que le dan todos los argumentos a sus detractores. La doble moral sexual sigue inundando nuestra sociedad, para su propio perjuicio.

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