Opinión

Miguel Cazorla / Presidente De Agrieco

La especulación sin control pone en peligro los verdaderos valores de la agricultura ecológica

HACE unos doce años, cuando unos pocos locos comenzábamos a experimentar con la agricultura intensiva ecológica, sólo nos motivaban unos principios y valores sociales, de salubridad, éticos y de respeto al medio ambiente que para aquellos entonces eran muy difíciles de entender por parte de una sociedad agrícola-almeriense muy ensimismada con la agricultura intensiva, excesivamente mercantilista.

Estos principios aún quedaban muy lejos y también, haciendo honor a la verdad, la agricultura ecológica, durante décadas, ha sido objetivo de incredulidad por los mal llamados 'puristas' de la agricultura convencional; pero es curioso y no menos sorprendente, que todos aquellos que se reían y decían que la agricultura ecológica era algo imposible de hacer, hoy, después de ver que los poquitos que creíamos en esto, no estábamos equivocados, pretenden sumarse a lo ecológico, lo natural e incluso se atreven a afirmar que desde el convencional se está haciendo una agricultura "casi ecológica".

Veamos; hay que partir de la base que la agricultura ecológica, no es competencia de la convencional; la agricultura ecológica es otro concepto, otra forma de cultivar diferente e incluso son productos que van destinados a unos mercados específicos con unos consumidores diferentes.

La agricultura ecológica, o sus sinónimos orgánica o biológica, es un sistema para cultivar a e una explotación agrícola autónoma basada en la utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos de síntesis u organismos genéticamente modificados (OGMs) -ni para abono ni para combatir las plagas-, logrando de esta forma obtener alimentos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible y equilibrada.

Los principales objetivos de la agricultura ecológica son: trabajar con los ecosistemas de forma integrada; mantener y mejor la fertilidad de los suelos; producir alimentos libres de residuos químicos; utilizar el mayor número de recursos renovables y locales; mantener la diversidad genética del sistema y de su entorno; evitar la contaminación a resulta de las técnicas agrarias; y permitir que los agricultores realicen su trabajo de forma saludable.

Por todo ello, la agricultura ecológica tiene por propia definición conceptual una serie de valores intrínsecos que la hacen única, diferente, distinta, singular y sobre todo respetuosa con el medio ambiente, con el mejor aprovechamiento del espacio, el agua y los recursos naturales, utilizando abonos siempre orgánicos y sin problemas fitosanitarios, es en definitiva, una filosofía de vida pensando en la calidad y el bienestar del consumidor final.

En conclusión, podemos afirmar, que en nuestro sistema de producción ecológico, no tienen cabida los especuladores, ni los "cazatalentos"; este mercado y sus consumidores, hoy por hoy, representan un pequeño porcentaje en el total de los consumidores a nivel europeo y nacional; por lo que, no se puede confundir a la opinión pública con la terminología "producto natural" (natural no equivale a ecológico). Al igual que ocurre con la terminología utilizada de "producción integrada", nunca una producción integrada es una producción ecológica.

En junio del año 2007, yo mismo hacía unas declaraciones en las que afirmaba que en el mundo de la agricultura ecológica no había cabida para la especulación y preveá un año difícil y lleno de problemas motivado por aquellos mercantilistas que juegan sin escrúpulos y sin principios, con los intereses y con el porvenir de mucha gente dedicada a la agricultura ecológica como una verdadera filosofía de vida; pues bien, hoy después de sólo seis meses he podido comprobar que algunas alhóndigas o cooperativas de nuestra querida Almería, que se iniciaron con algunas hectáreas en ecológico no han podido resistir al primer envite de las enfermedades por lo que han dejado de hacer agricultura ecológica, para volver a practicar la convencional ante el temor de perder las cosechas y por consiguiente dejar desabastecidos los mercados comprometidos.

Ante esta situación, que cada uno analice e interprete estas realidades, pero lo que sí afirmo es que a mí me gustaría que se pudiera hacer un 100% de agricultura ecológica, pero con los principios legales, de normativa y éticos que deben de estar muy presentes en este tipo de prácticas; y sobre todo con los valores sociales y de respeto al medio ambiente, que la agricultura ecológica lleva aparejada como una verdadera filosofía de vida y por último, pido que no se utilice de manera sesgada y oportunista el buen nombre de la agricultura ecológica, no juguemos con los intereses de un sector ecológico, que representa muchos valores difíciles de cuantificar económica y socialmente hablando.

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