Carta del Director/Luz de cobre

El espíritu perdido

Cuando un pueblo olvida su historia corre el riesgo de repetirla y caer en los errores cometidos

La muerte del que fuera diputado del PSOE en el Congreso, Bartolomé Zamora, me ha dejado el poso de amargura que toda pérdida trae aparejada. Pero también me lleva a reflexionar sobre el espíritu de la transición olvidado entre aquellos que nos gobiernan, alejados de la búsqueda del consenso, del bien común y enfrascados en un mundo cainita. Lo que hoy es importante no va más allá de la búsqueda del logro particular, del éxito personal, de la supervivencia a costa de lo que sea, aunque ello suponga alejarse de una sociedad, en la que el bien común si sitúa por encima del individual. Cuarenta años han pasado desde que aquellos pioneros de la democracia, entre los que se encontraba Bartolomé Zamora, se arremangaron para obrar un país abierto, dinámico, tolerante, con capacidad de perdón y, sobre todo, sabedor de que el interés colectivo requiere sacrificios personales que hoy hemos olvidado.

Lejos quedan los tiempos, ahora se acaba de conmemorar la fecha, en la que se legalizaba el Partido Comunista, en medio de fuertes tensiones políticas y ruidos de sable en el ejército. Sin embargo todos, casi sin excepción, eran conscientes de que la nueva España que se abría a Europa, que despertaba del mal sueño de la dictadura, necesitaba de mentes abiertas, de políticos de enorme cintura, capaces de posponer los éxitos personales para abrazar eso que se dio en llamar "interés común", y que hoy parece haberse olvidado y como si nunca hubiera existido.

Cuando un pueblo olvida su historia corre el riesgo de repetirla y caer en los errores cometidos. El miércoles, en el funeral del diputado almeriense pude ver algunos históricos de la política y la sociedad provincial, aquellos que han hecho grande esta tierra con el sacrificio personal y la entrega al objetivo público y social. Eran pocos. No estaban, y comienza a ser habitual, al menos un representante del Partido Socialista, fuerza política a la que Zamora dio tanto en aquellos momentos. Y no es la primera vez que esto sucede. Lamentablemente el "olvido", desconozco si premeditado o simplemente por dejadez, comienza a ser la moneda común con la que comerciamos cada día. Pero no es sólo en la izquierda donde se ha deshumanizado el recuerdo y el homenaje a los que un día fueron. En la derecha sucede tres cuartos de lo mismo. Han muerto alcaldes, presidentes provinciales y han pasado a mejor vida sin el recuerdo y homenaje de aquellos que hoy "manejan" y que creen en la inmortalidad de los cargos que ocupan. Ilusos.

Reivindico el espíritu de la transición perdido, aquel que un día nos unió en pos del beneficio común, aquel que desprendía un enorme halo de solidaridad, capaz de abrazar cualquier paso que se daba. Hoy caminan solos y perdidos en el individualismo. Sumidos en la nada.

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