El callejón del gato

La estación

Para cualquier gestión a hacer en Madrid, era una comodidad tumbarte en Almería y amanecer en la capital

Recuerdo con nostalgia el edificio de la Estación, el verdadero, en pleno funcionamiento y la época en la que viajar en tren desde Almería no se diferenciaba tanto del modo como se hacía desde otras capitales de provincia y, de manera muy especial, los viajes en el tren nocturno. Para cualquier gestión que tuvieras que hacer en Madrid, era una comodidad tumbarte en Almería y amanecer en la capital del reino y, sin pérdida de tiempo, viceversa desde Madrid a Almería para volver a casa. Pero todavía recuerdo con mayor agrado mis frecuentes viajes al País Vasco con toda la familia, cuando se ofrecía la oportunidad de transportar el coche particular en el vagón de cola. Un desayuno en la estación de Atocha y en cuatro o cinco horas estaba en Bilbao. Eran otros tiempos. Primero desapareció la oportunidad de llevar el coche, después el tren nocturno y, para no dejar ni rastro, en lugar de equipar el noble edificio de la Estación con los adelantos necesarios para que la entrada y la salida de Almería te dejara un buen recuerdo, se construyó un chiringuito infame, ocupando un espacio muy útil para los servicios anejos, y se dejó en el más completo abandono una de las construcciones más emblemáticas de nuestra ciudad. Ahora, a bombo y platillo, anuncian la visita del Ministro de fomento porque van a rehabilitar la fachada, que en definitiva no es otra cosa sino reparar los daños causados. La cantidad a invertir es de casi 250.000€, más o menos lo que un usuario de las tarjetas black se gastó entre un par de viajes, cuatro compras, y unas cuantas noches de farra. Capaces son algunos de aplaudir el aterrizaje (porque vendrá en avión) de Iñigo de la Serna con semejante empresa. Ya que el ministro viene dispuesto a reparar, mientras se piensa la llegada del AVE a Almería, al menos que haga la gracia completa y devuelva al edificio su verdadera función de ser una estación, meta la pala al bodrio que se construyó a su vera y libere ese espacio para prestaciones complementarias, ponga en circulación un tren nocturno y establezca el servicio de trasporte para coches particulares. Volveríamos a la situación en la que nos encontrábamos hace treinta años, que no es mucho, pero mejoraría el servicio que, al día de hoy, ha retrocedido a los inicios del ferrocarril. En la segunda década del siglo XXI estamos como a finales del XIX, con la diferencia de que el 25 de julio de 1895 el edificio de la Estación resplandecía esplendoroso.

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