El estamento

Por su trayectoria su nombre debe figurar en la lista de almerienses ilustres junto al General Álvarez de SotomayorLa naturaleza es fiel a sus ciclos por lo que el poder siempre es algo efímero

Por norma general todo proceso epidemiológico genera tres grandes consecuencias. Uno: la extensión de una epidemia por una población; dos: los estragos de esta entre los miembros de una comunidad, como cuando un virus ataca y arrasa a un grupo humano; y tres, siguiendo el diseño de la naturaleza, cuando la epidemia es contraatacada por esa comunidad, ya sea a través de defensas naturales, químicas, alternativas o etc. De esta consecuencia entrevemos algo: que todo agente tóxico termina extinguiéndose por lo que todo proceso natural tiene un ciclo, para bien o para mal. Al hilo de lo dicho, y utilizándolo como ejemplo comparativo, podría hacerse un símil con el sistema político. ¿Con quién mejor? Diríase… Uno: cualquier estructura tóxica, corrupta -hoy día estructural- de la secta política, genera una epidemia de ilegalidad consentida; dos: tal permisividad contamina a otras estructuras hasta extenderse de forma generalizada poniendo en duda conceptos como justicia, principio de legalidad e imperio de la ley; y tres: con el tiempo la sociedad damnificada reacciona y responde a los agentes tóxicos haciendo que estos desaparezcan. En la actualidad tenemos muchos ejemplos de esto último. Hay políticos corruptos ya condenados y en prisión. Después de muchos años de impunidad podemos comprobar el proceso natural de las cosas, y como la naturaleza actúa restaurando el equilibrio. Pero sigamos con el ejemplo: algunos estamentos hasta ahora intocables se están aproximando a la fase de toxicidad. Veamos: ciertos individuos han hecho uso de sus recursos para no ir a prisión, a pesar de haber sido condenados. Con ello han generando un clímax de desconfianza popular. Su comportamiento no ha sido acorde ni al derecho ni a la moral laica compartida. Y precisamente por ello - creo- es fácil entrever cómo es posible que se produzca una reacción popular que pugnará por la desaparición de dicho estamento. Ningún grupo de poder duró para siempre. En este caso el desgaste no será la causa de su desaparición sino el alarde de toxicidad manifiesta, al ser como tal un proceso epidemiológico en curso. Me da la impresión de que en el estamento tienen ya unos síntomas nada prometedores: hay desconfianza popular, rechazo al símbolo de su existencia y una oleada de amplia decepción. La fe en su identidad poco a poco va apagándose y difuminándose entre sombras chinescas.

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