En favor de la postverdad

Vivimos en mundo que nos arrastra. No nos damos cuenta. Pasa a nuestro lado como un lobo herido en el corazón

Me gusta debatir con solvencia, sin acritud, sin improperios y con respeto. Cosa que creo, que no es el caso. Lo diré de otra forma. Con la boca vacía y reseca por la pólvora, con esta tumba con la que habito los últimos días de mi alma, desde los claustros antiguos, intento huir de la triste miseria de mis ojos. Así es como nos tejen una sociedad a través de la post verdad. Alimentando sus odios y sus miedos, para controlarlos. Aquí el caso no es debatir y rebatir con sensatez, sino defender a fuego y hierro unos ideales, a costa de lo que sea. Que de eso se trata. Que el pueblo no piense, sino que ejecute.

Algunos, nos dicen que es importante pensar. Ser libre. Tener autonomía propia. No dejarse engañar. Desconfiar de todos y de ninguno. Ser independiente. Alimentar la cultura del boca a boca, del amiguismo. De esa palabra que me resulta muy acogedora y entrañable como es la de "hermano". En un intento burdo, torpe y tosco de hacerse pasar por un autóctono del Bronx, con las grietas y las heridas en la piel del algodón. Estos compañeros, incluso amigos, son muy conocidos porque la única verdad que existe es la que ellos propugnan. Existe otro grupo, los más prácticos, que simplemente destrozan el sistema educativo. No se molestan ni siquiera en prepararnos algo literario, bien vestido como creo que, como pueblo, nos merecemos. Ellos van al grano. Llevan así quinientos años y no creo que cambien. Preparan un modelo dirigido a las clases medias y altas. Y todo el proceso se dirige a destruir las posibilidades de supervivencia de las clases obreras o menos protegidas. Son la mano de obra barata que habrá que emplear en sus fábricas y empresas. Son los hombres y mujeres que mantendrán un siglo más su herencia.

Vivimos en mundo que nos arrastra. No nos damos cuenta. Pasa a nuestro lado como un lobo herido en el corazón. Y quizás, por ello, ignoro a todo aquello que hace referencia a la inútil voluntad del hombre en ser humano. La postverdad siempre ha existido. Es ese trance por el que nos hacen pasar, para que evoquemos a nuestros demonios y estemos a merced del amo. Ya seamos bachilleres, estudiantes, maestros, universitarios o negros, moros, chinos, sudamericanos. No importa. Todos tenemos nuestros miedos y aquí lo que se está debatiendo es cómo recordárnoslo, para que hagamos por ellos lo que no están dispuesto hacer por nosotros.

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