Qué grande es el Garci

El ojo crítico es ese oasis-programa cultural de las siete en Radio Nacional, insoñable sin radio pública

El mar ha devuelto todos los cadáveres. José Luis Garci es un cineasta de máquina de escribir y chófer, chófer de taxi. Es un cineasta, es decir, era. Ahora sólo le queda la máquina de escribir. Garci para los amigos era un cineasta de los tiempos de cine de telón y tabaco y sigue viviendo en ese mundo sin saber conducir y en el que hay que buscar los rollos de cinta de máquina de escribir en una calle cercana a la Gran Vía. En los tiempos en los que el cine tenía un telón que se abría antes de la proyección y en el que se podía fumar, había sesión continua y podías entrar a cualquier hora, ver empezada la película y quedarte a verla las veces que quisieras, hasta que cerraran. Garci sigue viviendo en el mundo en el que hay que cortar los fotogramas con tijera y montarlos con papel de celofán. Un mundo de pantalla en cinemascope y technicolor, carteles gigantes pintados a mano y cinema noir. Garci está de pequeña actualidad porque ha recibido el Premio El ojo Crítico Especial 2016, básicamente, por escribir, fabular y recrearse en todos los mundos del séptimo arte. El ojo crítico es ese oasis-programa cultural de las siete en Radio Nacional, insoñable sin radio pública. Entre halos de humo con otro irredento, el De Prada, hacían eso de comentar las películas regodeados en el placer en ese programa antiguo de la dos, otro oasis, ahora aseptizado por La historia de nuestro cine, deudor contemporizado del otro, españolizado y con plató. Garci, ese cinéfilo teórico de los grandes ha escrito, escribe folios de tinta en ese mundo que comparte con Javier Marías, en el que nada ha evolucionado, como un señor Burns preguntando a qué hora sale el próximo autogiro. Un mundo en el que se mandaban telegramas y la gente jugaba al billar con bolas de verdad. Siempre adepto a San William Wyler y con ojeriza hacia la nouvelle vague, poco francés, muy americano. El mundo es una secuencia eterna de El apartamento, el mundo es El apartamento. El mundo es un peplum. Garci es el eterno espectador de un estreno de Hitchcock. Recuerdo que cuando recibió un oscar (el primer oscar español), sus colegas recelaron como buenos españoles, que no era la mejor película del cine español, pero es que no se lo dieron a la mejor película, se lo dieron al mejor espectador. Garci dice que todos los días da un paseo por El Retiro para ver como el mundo pasa. Como el mundo pasa y como el se queda.

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