Carta del Director/Luz de cobre

Las guerras del agua

En las guerras del agua, un bien tan preciado, se sabe como se empieza, pero nunca como se pueden terminar

No es la primera vez y me temo que no será la última que se abre una fratricida guerra del agua en la provincia de Almería. La actual la están protagonizando los regantes del Bajo Andarax. Tres mil hectáreas de cultivo bajo plástico, miles de empleos en juego y cientos de agricultores con la "Espada de Damócles" al cuello, sin saber si van a poder comenzar la campaña plantando las producciones o, si por el contrario, van a tener que ver como los invernaderos se quedan preparados y sin líquido elemento para regar.

Vaya por delante que no voy a tratar de buscar culpables. Muy al contrario. Mi objetivo, ojalá lo consiga, es buscar los puntos de encuentro, alejar las disensiones y las disputas y tratar de alcanzar acuerdos de mínimos entre las partes enfrentadas para que la Vega de Almería siga siendo, junto con Níjar y el Poniente, la base sobre la que se asienta el desarrollo agrícola de la provincia. Pero mucho me temo que sólo son deseos y buenas intenciones que, tal y como están las cosas, caerán en saco roto. Las diferencias entre Cuatro Vegas y el Sindicato de Riegos no son nuevas, como tampoco lo son los problemas con la calidad del agua que sirve para sacar adelante los cultivos. Tampoco sorprende la actitud de la Junta de Andalucía, que después de muchos avisos para que los regantes mejorasen su maquinaria de depuración, optara por cortar el suministro tras un mandato judicial, a la espera de que, de verdad, se asuman responsabilidades y aquellos que tienen en sus manos la distribución del agua sean capaces de invertir en la solución del problema.

Lo sorprendente de este caso es la entrada en todo el proceso de un nuevo actor. Se trata de la Asociación de Cosecheros y Exportadores de Productos Hortícolas de la Provincia de Almería (COEXPHAL), tratando de apuntarse en su haber la llegada de un hectómetro cúbico de la desaladora de Carboneras y otras gestiones para que la de capital se aporte también algún hectómetro para paliar la escasez. Este planteamiento que puede parecer coherente, no lo es tanto si se buscan otros intereses espurios. El agua, un bien tan preciado eleva, a poco que se intente, el nivel de crispación entre los actores de esta película. Y aquí se sabe como se empieza, pero nunca como ase acaba. En el futuro el control del agua será motivo de guerras y aquí ya estamos viviendo una de ellas. Un enfrentamiento que no está dejando en buen lugar a ninguno de los que lo están protagonizando. Tratemos de no sacar las cosas de madre, busquemos puntos en común y avancemos en una solución que satisfaga a las partes. Lo primero es garantizar que los agricultores puedan iniciar la campaña plantando (logrado por la presión de todos). Y a partir de aquí sería bueno que la administración pueda ejercer de mediador, templando ánimos y liderando el armisticio y la paz.

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