República de las Letras

Y en eso llegó Fidel

El sistema liberal contiene en sí el germen de su decadencia, consistente en la explotación inhumana, hasta el esclavismo

De Cuba traigo un cantar / hecho de palma y de sol / cantar de la vida nueva / y del trabajo creador", decía el cubano Carlos Puebla (1917-1989), trovador de La Bodeguita del Medio (La Habana) y embajador del régimen castrista ante el mundo, un régimen que, digámoslo pronto, era una dictadura de izquierdas impuesta por las armas, con mayor o menor apoyo popular, el 1 de enero de 1959, y que expulsaba del poder a otra dictadura de derechas, la de Fulgencio Batista. Ambas fueron apoyadas en sus comienzos por los Estados Unidos, que abandonaron a Castro en cuanto este declaró el carácter socialista de su revolución. A comienzos de los setenta, en los estertores del franquismo, se hicieron muy famosas en España, entre los jóvenes más o menos interesados en los asuntos políticos -que no eran muchos-, las canciones de Carlos Puebla, sobre todo la dedicada al Che "Hasta siempre, comandante" (1965), y la que narraba el estado de Cuba bajo el régimen de Batista, "Y en eso llegó Fidel": "Aquí pensaban seguir / ganando el ciento por ciento / con casas de apartamentos / y echar al pueblo a sufrir" (¿les suena? No hace tanto, en España estábamos inmersos en la economía del ladrillo). Y continuaba: "Y seguir de modo cruel / la costumbre del delito / hacer de Cuba un garito... / y en eso llegó Fidel" (¿les suena? Tampoco hace tanto que estaban dispuestos en España incluso a cambiar la Constitución para que se instalara una sucursal de La Vegas en Madrid). Pero la canción aún decía más: "Aquí pensaban seguir / jugando a la democracia / y el pueblo que en su desgracia / se acabara de morir. / Y seguir de modo cruel / sin cuidarse ni la forma / con el robo como norma... / y en eso llegó Fidel" (¿les suena? Ahora mismo arrastramos en España la lacra de la corrupción, ese verdadero cáncer de la democracia). Todas las dictaduras, de derecha o izquierda, todos los populismos, son hijos de los excesos capitalistas. El sistema liberal contiene en sí el germen de su decadencia, consistente en la explotación inhumana, casi hasta el esclavismo -vieja querencia de algunos desalmados-, de los asalariados y parados en beneficio de una minoría capitalista, y en la corrupción, o enriquecimiento ilícito de los poderosos a costa de los impuestos pagados por la inmensa mayoría social. Pero "Se acabó la diversión, / llegó el Comandante / y mandó a parar (bis)". Hasta siempre, Comandante.

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