HAY que tener mucho cuidado cuando alguien se atreve a hablar o a escribir sobre el agua, porque lo más fácil es que acabe mojándose o haciendo el ridículo. Para situarnos, el trasvase del Ebro para el Poniente ha sido una gran mentira, aunque lo dijeran los papeles, ya que la cantidad contemplada en la Ley del Trasvase preveía solamente 95 hectómetros cúbicos brutos para Almería, frente a los 1.500 que irían a parar a Valencia y Murcia. En los precios del agua trasvasada, en cualquier caso, según la Directiva marco europea sobre agua, se contemplan los costes de operación y amortización. Pues bien, sólo para trasladar un metro cúbico de agua del Ebro a Pulpí, el coste energético es de 3,8 kilovatios/hora, mientras que desalar un metro cúbico de agua tiene un coste energético de 3,4 kilovatios/hora, con el añadido de que ya existen técnicas que supondrían rebajar ese coste, a partir de 2009, a 2,7 kilovatios/hora. La desalación permite la cantidad y calidad necesarias en cada momento para cualquier uso, mientras que el agua trasvasada para consumo humano necesita tratamiento para hacerla potable. Según la propia Ley del Trasvase, de los últimos ocho años, únicamente se hubiese podido trasvasar en dos, por la sencilla razón de que la sequía también afecta al Ebro. Y con respecto al Poniente, es conveniente recordar que, durante los últimos veinte años, hemos trabajado para que el agua no signifique un obstáculo para nuestro desarrollo, tanto económico como poblacional. Es decir, que hemos hecho los deberes, mediante el aprovechamiento al máximo de nuestros propios recursos, conociendo bien nuestros acuíferos. Tendremos el agua que necesitamos, a precios no muy superiores a los actuales para la agricultura, y que no serán superiores a los 0,30 euros por metro cúbico. Por todo esto, recomiendo a los que opinan sobre agua que si de verdad quieren ayudar a los distintos usuarios, hablen menos, se informen más y, sobre todo, no mientan.