República de las Letras

Un nuevo Barrio Alto

El Ayuntamiento debe reconocer al urbanismo y la arquitectura como generadores de estilos de vida y formas de convivencia

El PGOU -Plan General de Ordenación Urbana, que las siglas de vez en cuando hay que explicarlas- contempla desde hace un año, en Almería, una inversión de 3 millones de euros para la remodelación de esa parte del Barrio Alto integrada por las calles Pancho, Martínez, Verbena, Morales y Plaza Hornero, 3 millones que no sé si serán los mismos que ahora ha destinado la Unión Europea para la revitalización del barrio. Como es natural en la derecha el Ayuntamiento -gobierno del PP- no se preocupa más que de delimitar las áreas en las que derribar casas viejas -algunas de ellas, es cierto, en ruinas- para ofrecer suelo a los constructores, sin inmiscuirse en la forma de construir ni en el tipo de vivienda a fomentar, es decir, sin reconocer al urbanismo y la arquitectura la importancia tan enorme que tienen como generadores de estilos de vida y formas de convivencia. Aquí, como siempre, se van a arrasar viviendas de una o dos alturas para sustituirlas por bloques de pisos cuarteleros de cinco plantas sin ascensor, que es lo que la zona daría de sí para los constructores si seguimos la línea de lo que han hecho en S. Juan Bosco, Ángel Ochotorena y tramo norte de S. José Obrero. Nada se dice de reformar, restaurar y conservar viviendas obreras de puerta-ventana, tan frecuentes en el Barrio Alto. Por el contrario, se ha permitido la construcción de un mamarracho -otro más- en la Plaza Béjar, rectilíneo, frío, anodino, aislado del entorno, ensanchando el tramo final de la Calle Molino, obsesión ésta de ensanchar calles antiguas de todo urbanista que se precie desde Trinidad Cuartara para acá en una ciudad que, por naturaleza e historia, es mediterránea, norteafricana y moruna, por tanto, de callejas vericuetas, callejones sin salida, patios vecinales y empinadas cuestas. Véase, si no, el Camino Real -Calle Real del Barrio Alto-, que siempre ha sido un vial adoquinado con dos aceras, sin sitio para aparcar ni para dobles filas, tal como ahora quieren que sea la Calle Artés de Arcos. Sin embargo en el Camino Real hay nuevas construcciones -que no están mal en sí mismas- que tuvieron que ser retranqueadas en aras de una supuesta ampliación de la vía para… no se sabe para qué. Tampoco se sabe qué van a hacer con los antiguos Depósitos de Agua. Por cierto que el Centro de Adultos Juan XXIII debería dedicarse a sedes de las Asociaciones de Vecinos, Culturales y Deportivas.

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