El oro de Moscú

¿Quién nos iba a decir que Obama terminaría como Franco? Ahora culpa a los puñeteros rusos

Ha vuelto el oro de Moscú, ese poder omnipotente que se atribuye a los rusos. Obama ha resucitado la memoria histórica de la Guerra Fría y ha culpado a Rusia de facilitar la victoria de Donald Trump. Todo para fastidiar a Hillary Clinton, todo porque el Partido Demócrata se la tenía jurada a Putin. ¿Quién nos iba a decir que Obama terminaría como Franco? Pues así ha sido. Ahora culpa de los males americanos al oro de Moscú y a los puñeteros rusos. Sólo faltaría que se ilumine la lucecita de El Pardo en la Casa Blanca.

A las personas con poca memoria histórica, a los jovencitos de la nueva política, a los que discuten que si Pablito Iglesias o Iñiguito Errejón, hay que recordarles brevemente el episodio nacional del oro de Moscú. Se lo llevaron en 1936, al principio de la Guerra Civil, por culpa de Juan Negrín, que era el ministro de Hacienda del Gobierno del Frente Popular, presidido por Largo Caballero. No se llevaron unas moneditas, sino 510 toneladas de oro, que suponían casi el 75% de las reservas del Banco de España. Nunca más volvió a Madrid. Según algunos historiadores, con ese oro se financió la aportación soviética al bando republicano. Aunque otros estiman que se lo quedaron por la cara, y que así se arruinó la II República, por lo que influyó en la derrota.

Sin embargo, después, en los años más duros de la posguerra, en las décadas de los 40 y los 50, el franquismo apelaba constantemente al oro de Moscú como causa esencial de la pobreza y el racionamiento. No era poco lo que se llevaron, sino que al cambio actual se ha estimado en más de 12.000 millones de euros. Entre la realidad de los hechos que ocurrieron y el mito posterior, lo cierto es que el oro de Moscú fue la excusa del franquismo para justificar las dificultades de España. Y después, cuando mejoró la situación económica, el argumento para decir que el país hubiera sido rico de no mediar aquel expolio.

En EEUU y en Europa, durante los años de la Guerra Fría, también se hablaba del oro de Moscú para explicar la financiación de los partidos comunistas en Occidente. Con el desplome de la Unión Soviética, todo eso quedó en el olvido. Pero ahora han vuelto los rusos malvados, en todo su esplendor, con el oro por delante, puede que con cuernos y rabos diabólicos, manipulando los sistemas informáticos americanos y occidentales, trajinando las elecciones para beneficiar a Donald Trump.

El mundo ya no es lo que era. El mundo ha dado muchas vueltas. El oro de los comunistas ha servido para encumbrar al más facha que encontraron.

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