Mi querida españa

No se pueden quebrar valores y principios éticos y morales por tal de seguir manteniéndose en el terrenal poder político

Mi querida y unamuniana España en cuyo vetusto territorio, quienes se deberían de haber dedicado con loable y plausible interés vocacional, altruista y filantrópico a la cosa pública, a la gestión y buena gobernanza; día sí, día también, están quebrando con sus asimétricas actuaciones u omisiones en una deriva insalubre, nociva, penosa y hasta peligrosa sociedad civil en la que poder creer y mantener la fe y la razón en un presente con futuro esperanzador. Entendemos y admitimos las transformaciones ideológicas y de creencias, camisa vieja, camisa nueva, y hasta de metafísicas conversiones inalienables de eléctricos polos opuestos que se repelen, pero no tiene justificación racional alguna que diga una cosa al electorado para alcanzar mayor bienestar social, y otra bien distinta, que conlleve decir lo contrario a lo pactado en las urnas. No podemos estar apoyando a las víctimas del terrorismo, apostando por las bajadas de impuestos, tasas y contribuciones especiales, defendiendo una Administración no politizada ni instrumentalizada, por la libertad de educación, derecho a la vida, a la salud pública, libertad de expresión, operatividad de la ley de la dependencia, Poder Judicial independiente, unidad territorial indisoluble de convivencia, y como sí se hubiera producido una metamorfosis se hace todo lo contrario o se omite, llegando en ocasiones a situaciones de contenida sonrisa esperpéntica por no llorar amargamente en este carnavalesco y cuaresmal valle de lágrimas.

No se pueden quebrar y teatralizar principios y valores éticos y morales por tal de seguir manteniéndose en la terrenal poltrona política de por vida, hasta que les llegue el Sacramento de "Adiós", como algunos antepasados que amargamente nos precedieron; no todo vale, ni café para todos, estamos apesadumbrados y cansados de tanta mentira compulsiva y piadosa. Mucho hablar de regeneración y primarias pero todo es una entelequia, mientras no haya asentada una cultura democrática de respeto y consideración al pensamiento crítico y plural de todos los agentes sociales.

Es imposible, que quienes deben de ser ejemplo cualificado del depósito de nuestro aval en las urnas puedan estar a la altura de las exigencias institucionales en una globalizada e multicultural sociedad si no son testimonio de honestidad y honradez y, a su vez, excelentes gestores en garantizar a España el pan, trabajo, justicia y libertad.

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