La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El refugio de los corruptos

¿Esperanza Aguirre no conocía el enriquecimiento súbito de González? No hay peor ciego que el que no quiere ver

El problema no es que haya corruptos. Los ha habido, los hay y los habrá. Porque responden a la condición humana. El problema es que no se les castigue, que se sepan impunes y que, en consecuencia, institucionalicen la corrupción hasta convertirla en práctica cotidiana, común y aceptada. Corrompan al sistema mismo.

La corrupción puede llegar a hacerse estructural sólo si fallan los controles colectivos o si falta voluntad política para atajarla. Ahora bien, la sociedad española dispone de un arsenal de instrumentos jurídicos, penales, policiales y judiciales para atajar los casos de corrupción, desde el más insignificante al más peliagudo. No hay trama que se salve si comete delito ( y se demuestra, que ese es otro asunto).

Lo que en verdad falla, lo que conduce a que la corrupción acabe gangrenando la democracia, mermando la legitimidad de las instituciones y destruyendo la credibilidad de la política, es la falta de voluntad para aplicar esos controles ya existentes. Que normalmente obedece a uno de los elementos más perversos y perturbadores de la vida política: el patriotismo de partido. La idea de que todo vale si lo hacen los nuestros y nada bueno puede venir de los otros.

Si el patriotismo a secas es a veces el último refugio de los canallas, el patriotismo partidista es el refugio de los corruptos, sus protectores y los mediocres que toleran a los primeros y aclaman a los segundos. Este patriotismo es el que extiende un manto de silencio sobre las prácticas corruptas que emanan de las filas propias y sirve de altavoz para las que surgen de las trincheras enemigas. Lo peor de la política.

Se ha demostrado estos días: Ignacio González ha podido dedicarse a robar desde la cumbre porque su jefa y mentora, Esperanza Aguirre, no hizo ningún caso al militante del PP que denunció las trapacerías del presidente de Madrid (y aun sin esa denuncia, ¿acaso no le llamó la atención a ella el enriquecimiento súbito de Nachete, sus áticos, viajes, cuentas y propiedades?). Y tampoco hicieron caso los responsables del PP nacional que fueron igualmente informados. Por patriotismo de partido.

Esperanza Aguirre se ha sentido engañada y traicionada por González (ahora, "esa persona de la que me habla"). No tiene motivos. Fue engañada porque se dejó engañar, y la traicionaron porque primó por encima de todo la lealtad perruna del traidor. No hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír.

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