¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El regreso de Pedro Sánchez

La militancia socialista dejó ayer muy claro lo que quiere: un partido de retórica izquierdista y liderazgo banal

Muchos lo dieron por muerto tras el putsch de Ferraz, pero a la vista está que la historia le tiene reservado a Pedro Sánchez algún misterioso papel que, por ahora, desconocemos. La militancia del puño y la rosa dejó muy claro ayer lo que quiere: un partido de retórica izquierdista y liderazgo banal. Tampoco Susana Díaz, la gran derrotada de la noche, era mucho mejor, pero al menos tenía algunos conceptos claros y propugnaba un continuismo de la tradición socialdemócrata que era tranquilizador. No podrá ser. Sobre todo, la victoria de Sánchez deja en evidencia la poquísima influencia que ejercen en la infantería socialista los notables de la Transición, empezando por Felipe González. De alguna manera, ayer murieron el espíritu del Congreso de Suresnes y el PSOE que soñó Willy Brandt. Fin de época. La Sombra de Largo Caballero vuelve a planear sobre la civitas socialista. Pero que no canten victoria los nostálgicos de los puños en alto y La Internacional: Sánchez no deja de ser una auténtica incógnita, un rojo sobrevenido con más telegenia que ideología, un oportunista que lo mismo posa con una enorme rojigualda que se va a Cataluña a repetir los lugares comunes de los nacionalistas. Olviden todo lo que hasta la fecha ha dicho el ganador de las primarias. Los hombres como el compañero Pedro cambian según soplan los caprichosos vientos de la política.

La victoria del nuevo secretario general del PSOE es, como se suele decir en estos casos, pírrica. El partido está roto y un poco más cerca del abismo. De hecho, los brindis sonaron con fuerza anoche en la sede de Podemos. Si el Partido Socialista pierde su discurso moderado y nacional, habrá perdido su alma y, al igual que le pasó a IU, se convertirá en un ratón en manos del gran gato de la política española, Pablo Iglesias, uno de los grandes ganadores de la jornada y quien se ha encargado de ir suministrando hábilmente una continuada presión psicológica sobre las masas socialistas hasta llevarlas al sitio que quería. El libre albedrío, en política, no existe.

¿Y Susana Díaz? Es otra de las grandes incógnitas. Su carrera política queda muy tocada, pero aún puede intentar resistir en Despeñaperros y convertir al PSOE-A en lo que hace tiempo dejó de ser: el verdadero defensor de los intereses andaluces en ese mercado de prebendas territoriales en que se ha convertido España. Todavía quedan muchas batallas por librar.

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