Carta del Director/Luz de cobre

La ruta de las pinturas rupestres

Una ruta de visita de pinturas rupestres por Los Filabres puede dar vida turística a una comarca bastante deprimida

Poner en valor lo que tenemos es la base sobre la que debe asentarse el devenir de esta tierra. Un pueblo que olvida su pasado es complicado que tenga futuro. La crisis, de la que todavía padecemos sus últimos coletazos, ha llevado a las administraciones a priorizar inversiones y entre ellas, lamentablemente, no ha estado recuperar patrimonio o poner en valor aquello que la historia nos ha legado.

Diario de Almería en las últimas semanas ha publicado sendos reportajes sobre las pinturas rupestres aparecidas en Gérgal y sobre restos fosilizados de huesos de oso en una cueva de La Alpujarra. En ninguno de los dos casos la administración ha hecho nada, ni tampoco se espera, por poner en valor unos yacimientos que, si se supieran valorar, seguro que significaban, al menos, un atractivo más para esta provincia.

El caso de las pinturas rupestres es casi sangrante. Al abrigo de un saliente en la montaña, hoy son el refugio de ciervos y cabras montesas y antaño, por los restos de humo que se pueden observar, el resguardo de pastores cuando la tormenta acechaba o el frío hacía mella. Entiendo que es complicado y costoso vallar, catalogar, señalizar y, sobre todo, cuidar aquello que nuestros antepasados nos legaron. Pero, del mismo modo, creo que no se debe ni se puede desperdiciar la oportunidad de que los que hoy cogemos el testigo tengamos la oportunidad de disfrutarlos.

Si sabemos hacerlo puede ser un notable atractivo para turistas y un revulsivo económico para una comarca tan deprimida como la del Nacimiento. La propuesta o idea que lanzó es la de diseñar una ruta de las pinturas rupestres, pues no son sólo éstas las que se pueden observar, sino que hay datadas y recogidas otras en Las Tres Villas o Nacimiento o Los Vélez.

En los tiempos que vivimos, en los que lo diferente es en realidad lo que nos da valor como pueblo y nos sitúa en la vanguardia como zona turística, parece razonable que la administración entienda la aparición de las pinturas como una oportunidad y no como un problema por riesgo de expolio. Si el dinero es un handicap, siempre es posible el pago de una pequeña entrada o la explotación por una empresa privada, en la que se incluya degustación de productos típicos, rutas de senderismo rupestre y comidas en restaurantes y bares de la zona.

Un complemento perfecto para una comarca con posibilidades, en la que las pinturas pueden ser un impulso económico sin precedentes. Un complemento perfecto para una tierra diferente, atractiva y dinámica, que sólo necesita de un pequeño empujón para caminar en la senda del aprovechamiento de recursos, siempre respetando nuestro legado y manteniendo intacto un paisaje tosco, árido y hasta doloroso a veces a la vista, pero hermoso como pocos.

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