Los métodos de verificación del periodismo no son tan eficaces como el científico, son rudimentarios, pero funcionan. Uno de ellos sostiene: "Si ruge como un tigre, tiene grandes colmillos como un tigre y es rayado como un tigre, entonces es un tigre". Si es un rijoso con las mujeres, xenófobo con los inmigrantes, inculto como una piedra y violento en sus expresiones, entonces es un tirano. Donald Trump lo es, pero como EEUU es una gran democracia no llegará a ser ni un Erdogan ni un Putin. En tiempos de la posverdad y del enfangamiento de las redes han resurgido dos viejas damas del papel para darnos luz, con sus venerables métodos de verificación. El Time de Nueva York y el Post de Washington. Un funcionario de la Casa Blanca le relata a un periodista cómo Trump le ha dicho a los rusos en el Despacho Oval que, por fin, se ha quitado de en medio al "demente" del director del FBI, que lo tenía frito con el Rusiangate. El redactor contrasta esa información con otro funcionario, que la confirma. Puro periodismo. A su vez, el fiscal general adjunto (como un viceministro de Justicia) nombra a un fiscal especial para investigar el Rusiangate, y no lo hace el fiscal general (quien sería el ministro) porque está apartado por posibles relaciones con Rusia. Eso son las instituciones, eso es la prensa, eso es una democracia. Y eso es un tigre.

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