Felipe VI, un Rey a la altura de los tiempos

Tras sus primeros 1.000 días en el trono, Felipe VI ha demostrado que es el Rey constitucional que la gran mayoría de los ciudadanos desean

El rey Felipe VI ha cumplido 1.000 días en el trono de España, un periodo de tiempo en el que el Monarca ha tenido que lidiar con no pocos problemas, aunque todos han sido solucionados con discreción y eficacia. La misma llegada de don Felipe a la Jefatura del Estado ya fue en extremo complicada, en medio de una pérdida importante de la popularidad de la Corona y con un país sumido en una crisis económica, política e, incluso, moral que dibujaba un panorama demasiado ensombrecido para un Rey que se suponía bisoño. Pero su alta preparación académica, unida a una excepcional madurez y talante, consiguieron que en poco tiempo se despejase cualquier duda sobre su figura.

Desde su llegada al trono, don Felipe ha demostrado su idoneidad para encarnar la figura del Rey constitucional que la mayoría de los ciudadanos desea. Supo embridar con decisión el caso Nóos, que había puesto en el punto de mira la honorabilidad de la misma Corona. Y lo hizo sin que le temblara el pulso, aun a pesar de pagar un alto coste personal y familiar, apartando de la Casa Real a las personas implicadas en dicho escándalo, manteniendo una absoluta neutralidad y dejando que los jueces hiciesen su trabajo.

Esta neutralidad también brilló en la difícil crisis política que vivió el país durante casi un año debido a la incapacidad del Parlamento para investir a un presidente del Gobierno. Pese a que no fueron pocas la voces que lo invitaron a saltarse la neutralidad a la que está obligado por la Constitución, Felipe VI fue exquisito y evitó cualquier tentación de intervenir en el proceso más allá de su papel moderador. Supo que su misión era reinar, no gobernar.

También importante ha sido la actitud tomada por el Rey ante la crisis económica. Durante todos estos 1.000 días hemos podido escuchar numerosos discursos pronunciados por el Rey, alocuciones en las que, más allá de las cuestiones protocolarias, ha repetido insistentemente un mensaje muy importante en unos momentos en los que la autoestima nacional había tocado fondo: los españoles somos capaces de lo mejor y debemos tener confianza en nosotros mismos. El Rey no se ha dejado llevar por el catastrofismo y los complejos de otros.

Felipe VI es el Monarca que España necesita. No sólo porque es lo que establece la Constitución y por su alta preparación, sino porque es un hombre consciente de los problemas de nuestro tiempo y tiene el suficiente pulso y la serenidad para navegar por ellos.

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