Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Univesidad de Almería

David Carr y la noche de la pistola

Leer las quinientas páginas de esta obra única, que es "La noche de la pistola", ha constituido una aventura periodística inenarrable

David Carr y la noche de la pistola David Carr y la noche de la pistola

David Carr y la noche de la pistola

Cuando, hace unos días, entré a una librería buscando en la sección correspondiente el libro de David Carr "La noche de la pistola", no tardé más de dos minutos en encontrarlo. Los artículos del gran escritor de periódicos siempre habían tenido para mí misterio y habían despertado un extraordinario interés por su originalidad, emoción y verdad. Aquella verdad de la que hablara el Maestro Ben Bradlee. La literatura periodística de Carr es esa escritura que se asoma al abismo para detener su caída justamente cuando faltan segundos y milímetros. Son los puntos suspensivos de una interrogación que trata de encontrar una respuesta inaplazable. Alguna vez, en el silencio cómplice de la metafísica kantiana, he pensado que la similitud entre el estilo del que fuera el columnista estrella del New York Times y Mariano José de Larra es la certeza de una evidencia borgeana, que caligrafía una búsqueda inalcanzable. Carr escribe, investiga y analiza su pasado entre la cocaína y el alcohol, entre la ruina de sí mismo y esa esperanza, que siempre se asoma a todos los seres humanos cuando la oscuridad se hace alba en la huella del sufrimiento. Pero entre una raya de cocaína y un vaso de whisky puede haber un momento en que tal esperanza no se corresponda con la realidad, que es lo que le ocurrió, como demostraría su propia investigación, al universal columnista. Fue cuando tuvo que dejar a sus hijas gemelas, porque no podía cuidarlas, derrumbado por sus deterioro físico y anímico. Era la odisea de una vida, que sorprendió al propio protagonista."¿Cómo pasa el tiempo para un yonki? Yo lo sé bien: de quince en quince minutos, como un Tarzán de ojos saltones que va de chute en chute. En 1988 pasé varios meses seguidos en casa de Anna, consumiendo su coca y escuchando "Fast car", de Tracy Chapman, una y otra vez", escribe al comienzo del capítulo "Dios todo lo ve, incluida la persiana". Rota en mil pedazos la soledad, aún quedan fuerzas para volver a la senda de la vida para verla con los prismáticos del periodismo que cree en la libertad y en la verdad que hay que publicar. "Cualquiera que conozca o haya conocido alguna vez el amor adictivo y letal del alcohol y la droga se sentirá conmovido y trastornado al leer estas hermosas y espeluznantes memorias. David Carr ha reunido en su libro todo lo que tiene importancia en relación con esa pistola cargada que es la drogadicción", escribe Stephen King con esa sintaxis que desnuda y descubre, al mismo tiempo, el ejercicio periodístico que Carr hizo de sí mismo.

"La noche de la pistola"· es, de este modo, la travesía de la existencia de un extremo a otro, a pesar de que el alcohol y las drogas traten de impedir que David venza la siniestra pesadilla en que consiste la autodestrucción. Las quinientas páginas de esta apasionante obra, donde nunca sabremos dónde están los límites entre literatura y periodismo, por ser solo periodismo, es una historia que va a conducirnos siempre a la mesa de Carr en la redacción de "La dama gris", donde moriría el 12 de febrero de 2015 de un ataque al corazón. Quien había explicado la transición del papel al mundo digital con convicción terminó su vida en el lugar exacto, donde la profesión más hermosa del mundo se entrega a sí misma. Con aquella inspiración brechtiana de lo que fue y de lo que es. Para crear un personaje inolvidable, acaso cervantino, acaso quevediano, quizá proustiano, y pasar a la historia como siempre quiso: haber sido un hombre capaz de doblegar y vencer a la droga y al alcohol, ser un gran padre de dos hijas maravillosas y uno de los grandes articulistas de la historia del periodismo, aquí y allá; en aquella orilla

y en esta otra. Buscándose a sí mismo hasta hallarse en la odisea de un naufragio del que logra salvarse en las horas en las que la vida siempre concede una segunda oportunidad. Entre la cocaína y el whisky irlandés, la derrota primera termina en triunfo, como un fragmento del Quijote que consigue que el héroe sea más real que la fantasía. "Aun así los principios del género me exigen analizar con detalle cómo cambié el rumbo que me empujaba a una condena inevitable y logré tener una vida profesional que desbordó todas mis expectativas", escribe como si fuera un relato que se convierte en un sueño

Leer las quinientas páginas de esta obra única, que es "La noche de la pistola", ha constituido una aventura periodística inenarrable. Las herramientas del mejor periodismo reflejan la extraordinaria lección de un gran hombre, que dio el primer paso hacia la luz de su futuro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios