Tribuna

Jorge Caparrós

Abogado

Ideas con rúbrica

Hoy en día, en un tiempo donde la tradición es corrupta y emprender se ha convertido en un verbo imposible de conjugar, la imaginación de cada uno pide ser escuchada por una nueva idea

C-3PO, uno de los androides de la saga 'Star Wars' C-3PO, uno de los androides de la saga 'Star Wars'

C-3PO, uno de los androides de la saga 'Star Wars'

Cuentan que cuando George Lucas llevó su idea de Star Wars a una productora, los productores estaban tan convencidos de que la idea fracasaría que le concedieron un presupuesto a George Lucas y todos los derechos sobre su creación, porque así George respondería económicamente, en un pago que generaría intereses, del fracaso ante la productora, que no tendría ninguna responsabilidad sobre la película. Como todos sabemos, el resultado fue bien distinto. La pregunta aquí es: ¿Qué vale la posesión de tu creación? Y si es cierto que las ideas flotan, ¿Cómo podemos sostenerlas? Hoy en día, en un tiempo dónde la tradición es corrupta y emprender se ha convertido en un verbo imposible de conjugar, la imaginación de cada uno pide a gritos ser escuchada por una nueva idea. Planes de gobierno, hechos por ciudadanos para ciudadanos; planes de desarrollo o culturales; obras en papel, pista o película que mejorarían la economía y la confianza en el desarrollo de las futuras mentes creativas de este país. El virus empresarial y burocrático ha acabado por mermar una ofensiva cantidad de creaciones originales. Editoriales que establecen precios para publicar tus obras, antes incluso de leerlas, productores que buscan destrozar tu originalidad sobre ruinas de prototipos de venta. Y derechos de tu imagen o creación, ilimitados en tiempo y espacio… Todo esto reunido en un concepto llamado: Derechos exclusivos.

Irónicamente los derechos exclusivos tratan sobre el hecho de compartir nuestras creaciones, pues es la facultad reconocida por la ley que tienen todos los creadores de ideas de autorizar o incluso prohibir cualquier tipo de modificación, traducción o reproducción de las mismas. Esto quiere decir que una idea desde que nace en algún rincón de nuestra imaginación, es nuestra en todo su alcance.

Pero este derecho tiene una dependencia, una contraria a la buena fe y la confianza, y sin embargo necesaria, que es la obligación para con nuestra idea de registrarla como nuestra. Es decir, la idea es nuestra por el mero hecho de crearla, pero debemos declarar los derechos sobre la misma y para ello tenemos que registrarla en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Rumores o verdades ocultas, como queráis llamarlas, tenemos ejemplos como que Apple no fue creación de Steve Jobs, Windows de Bill Gates, o incluso en nuestro ámbito nacional con la reciente película "La reina de España". Una película que abre una vez más el debate sobre el valor que le damos a nuestras ideas, como para registrarlas. La creatividad no deja de crecer y con los años la misma ha obtenido facilidades para ser distribuida, y en un mismo porcentaje, para ser perdida. Es por ello que ha desarrollado ciertas necesidades que el culpable de la idea tiene que satisfacer. Acudiendo con su creación a cualquier Registro Territorial o delegaciones del mismo en su ciudad. Una vez allí se rellena una solicitud destinada al Registro de la Propiedad Intelectual, lo que nos garantizará los derechos exclusivos sobre nuestra creación durante nuestra vida y 70 años después de nuestra muerte. Un simple gesto, con una insignificante tasa, que hará que nuestra idea sea intocable y que desde las vías penales, civiles y administrativas podamos defenderla.

Una vez tenemos claro esto, nuestro segundo punto es no mal-prestarlas, pues me niego a creer en la absurda idea de que aun hoy alguien firme algo regalando, por ingenuidad, todos los derechos sobre su idea. Sería como poner un cartel en la puerta abierta de nuestra casa invitando a robarnos todas nuestras posesiones. Debemos evitar ciertos términos en los contratos que afecten a nuestras ideas. Aquellos que sin duda nacieron de la pillería y el desprecio y la envidia a la creatividad ajena. Términos como: "reserva de derechos ilimitados" "De duración indeterminada" o "aplicables en todo el universo". Términos muy habituales en concursos que premian nuestras ideas de forma económica, y que confunden el concepto "premio" con "compra ilimitada".

Por último, creed. Creed en vuestras ideas y registradlas muchos antes de compartirlas libremente salvo con gente de exclusiva confianza, si la tenéis. De lo contrario la veréis violada, apaleada y como una mínima sombra de lo que pudo ser en vuestras manos. Defendedla y no la regaléis, pues lo que creamos en vida, tiene su eco en la eternidad.

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