Tribuna

Bernardo bueno

Físico electrónico y alcaide del Alcázar de Sevilla

La energía y el poder

El Gobierno puede y debe hacer una cosa que sería de verdad un elemento importante a tener en cuenta para que el precio de la luz baje: impulsar el autoconsumo

La energía y el poder La energía y el poder

La energía y el poder

En estos días estamos viendo lo que ocurre con un bien tan necesario como imprescindible para el desarrollo de la vida humana. Vemos la parte más negativa y salvaje del capitalismo. En unos momentos en los que el consumo eléctrico se dispara por la climatología adversa, las empresas eléctricas ponen los precios por las nubes.

La situación no es nueva, ya son varios años en los que los precios de la energía no hacen sino subir -en los últimos cinco años se ha encarecido un 66%- debido a que las condiciones de regulación de los precios modificadas en los últimos años, sólo han servido para ponérselo aún mas fácil a las empresas eléctricas.

El precio de la electricidad en España es una continua artimaña, que tiene una larga historia. Contiene tres patas fundamentales. En primer lugar, los protagonistas principales: las grandes compañías eléctricas. En segundo lugar, los actores secundarios: los distintos gobiernos y éste del PP aún más, que son los cooperadores necesarios. En tercer lugar, los consumidores, que somos los comparsas, rehenes de los anteriores.

En cuanto a las compañías eléctricas, su negocio es redondo. Por un lado están aquellas que generan la energía y por otro las que comercializan esa energía. En cualquier negocio competitivo y transparente no deberían de tener ninguna conexión. Aquí, sin embargo, ocurre todo lo contrario, los dueños del 90% de las empresas comercializadoras son los mismos que generan la energía, con lo cual es una falacia considerar que hay una competencia entre ambas. Los productores ponen en el mercado aquellas energías que más conviene a los distribuidores.

Lo que se traduce en que el precio sube escandalosamente cuando a las generadoras les viene en ganas, o encuentran un filón como ha pasado en estos días de frío extremo en que la demanda es máxima. No busquen ustedes, por tanto, para entenderlo ni en los peajes, ni en el déficit tarifario, ni en la diferencia entre la parte liberalizada o la regulada de la tarifa. Lo que de verdad hay que denunciar es que el mercado libre no existe, que es en realidad una argucia, un sistema oligárquico controlado por cinco grandes empresas, todas con capital mayoritario extranjero.

En cuanto al Gobierno, no sólo éste,sino todos los anteriores, básicamente siempre ha estado de parte de las grandes empresas. Quizás el mas davidoso sea el del PP, pero el PSOE, salvo los dos años en los que impulsó la energías renovables, se ha comportado en la misma línea de facilitarle el negocio al poder oligárquico.

Del recibo de la luz, ustedes lo pueden ver en la información que envían las comercializadoras, un 40% se abona por los costes regulados por el Gobierno, que están congelados y que podrían bajar dado que se fija por ordenes ministeriales; un 21% corresponde a los impuestos que provienen del IVA -muy alto para ser un bien de primera necesidad- y otro impuesto especial añadido en los últimos años, que supone un 5,11% sobre el producto de la facturación de la electricidad suministrada y que igualmente se podría bajar o anular.

Igualmente, el Gobierno puede y debe hacer una cosa que sería de verdad un elemento importante a tener en cuenta para que el precio de la luz baje: impulsar el autoconsumo.

Sin embargo, hasta ahora, en vez de tomar medidas de estímulo del autoconsumo, lo que ha hecho es parar en seco la implantación de este tipo de tecnologías, aprobando un "impuesto al sol", que en sentido preciso no existe porque nunca se ha desarrollado, pero con la amenaza de implantarlo en cualquier momento, consiguiendo así desincentivar las inversiones.

En cuanto a los consumidores, podemos hacer y exigir muchas cosas. En primer lugar, coordinarnos en nuestras respuestas aplicando las campañas de las asociaciones ecologistas; en segundo lugar, demandar una auditoria externa sobre el déficit tarifario; en tercer lugar, tomar medidas de ahorro energético en nuestras vidas; en cuarto lugar, reivindicar la modificación de la fijación del precio de la energía.

Con el sistema actual, para cubrir la demanda se ofertan primero las más baratas, como las renovables y la nuclear; a continuación entran en el mercado las más caras, el carbón y las de ciclo combinado de gas, siendo el precio de éstas últimas lo que fija el precio final. Esto nos lleva a tener un sistema que resulta el tercero más caro de Europa, cuando, por ejemplo, hoy en día resulta más barata producir la energía solar que la proveniente de los combustibles fósiles. Hay que exigir la finalización de este sistema de subastas, dado que la energía es un bien de primera necesidad.

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