Tribuna

Francisco Jesús Martín Milán

Escritor

Un 17 de julio de 1936

Con la llegada de 1937, la República reacciona con la creación de un Ejército Popular y la eliminación de los comités de milicianos

Un 17 de julio de 1936 Un 17 de julio de 1936

Un 17 de julio de 1936

Era un 17 de julio de 1936 en España. El ambiente político llevaba crispado un tiempo atrás, muy crispado, hasta el punto de que dicho día una parte del ejército de África se posicionó a favor de un golpe militar que comenzaba en el norte de África y al día siguiente se extendía a la península con la clara pretensión de derrocar al estado de la legalidad republicana. Sanjurjo, Mola, Franco y Queipo de Llano planteaban una sublevación que a su parecer finiquitase los desmanes, el anticlericalismo y el avance del comunismo en España y a la par eliminase las ilusiones de cambio de las clases más desfavorecidas y a su vez afianzase el inmenso poder de la burguesía y gente de orden de la sociedad española.

En un país claramente rural, atrasado y enclaustrado en una agricultura de subsistencia con la convivencia de una gran masa de jornaleros asalariados sin tierra y una burguesía caciquil y terrateniente que ejercía el poder en el mundo municipal, asistimos a un intento de tantos de derrocar por la fuerza al gobierno de turno en nuestra historia contemporánea. No triunfaría el pronunciamiento ya que las principales urbes del país (Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia) permanecieron del lado republicano. En otras ciudades el levantamiento militar si triunfó como fue el caso de Álava, Navarra, Huesca, Castilla León, Sevilla, Córdoba o Granada entre otras zonas de la geografía peninsular. Por tanto la nación se fragmentó en dos partes y los sublevados pronto comenzaron a avanzar en lo que se llamó la guerra de columnas tomando ciudades y poblaciones de sur a norte con dos claros objetivos. El primero, unir los ejércitos del sur y del norte, el segundo, marchar hacia la capital de España para dar el jacke mate al gobierno republicano.

Acontecimientos como los de Moscardó en el Alcázar, el capitán Cortés en el Santuario de Andújar o el del coronel Aranda en Oviedo tuvieron diferentes finales. Si el fortín jienense cayó finalmente en manos de la república, el Alcázar de Toledo se convirtió en una gran "hazaña" propagandística para los subversivos.

Transcurridos dos meses y medio la Junta de Defensa Nacional otorgaba el mando único a Francisco Franco. En contraposición a esto, la zona republicana estaba gobernada por poderes paralelos establecidos en forma de comités revolucionarios donde anarquistas y anarcosindicalistas se hicieron con el poder instaurando el terror rojo y procediendo a la incautación de bienes a todo aquel afecto a la causa fascista. En las zonas que iban tomando los rebeldes se practicó una feroz represión que pretendía la aniquilación sistemática del adversario. Asistimos a los meses más violentos de sendas retaguardias.

Con la llegada de 1937 la República reacciona con la creación de un Ejército Popular y la eliminación de los comités de milicianos, aunque la organización improvisada no debió ser fácil, se constituyeron las Milicias de la Cultura para instruir al combatiente republicano y enseñarle a leer y escribir. Por entonces la ayuda internacional ya es un hecho y los sublevados reciben el apoyo de las potencias del Eje al que suman la creación de un ejército de regulares indígenas norteafricanos que constituyen verdaderas unidades de choque, los temidos moros.

Guadarrama, Guadalajara y el Jarama fueron tres jackes a la capital bien taponados por el gobierno republicano. A la defensa de Madrid marcharon voluntarios de la mayor parte de la zona leal pues era el objetivo prioritario para seguir combatiendo al fascismo. Franco decide virar y tomar el norte para quedarse con el poderío industrial al tiempo que bloquear la entrada de materiales por el Cantábrico para la República. Aquel 17 de julio se vería prolongado durante 988 días que azotaron a un país, a una sociedad y a una generación generando el mayor acontecimiento traumático del siglo XX. Una guerra que marcó los siguientes cuarenta años y que actualmente sigue debatiéndose y analizándose desde múltiples perspectivas. Ochenta y un años después la historia de aquella contienda debe seguir conociéndose, no para abrir heridas sino para aprender de los errores cometidos en aquel período de entreguerras en la nación española.

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