Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Viejunería en Podemos

La nueva política necesita referencias nuevas, no constantes alusiones a hechos de un pasado triste

Lo digo porque lo pienso, no para quedar bien o resguardarme de algún chaparrón; la política y la sociedad española le debe mucho a Podemos. Se estudiará en los libros de historia la influencia de un partido que ha dado la vuelta a lo que hasta ahora pensábamos que era sacrosanto. Las maneras de actuar de los partidos tradicionales, quedan cada vez más en evidencia y, tal vez no a corto plazo pero sí en no demasiado tiempo, se verán puestas en entredicho como ni imaginan. Y eso, ideologías al margen, es bueno para todos. Lo que sucede es que todavía a alguno le ha pillado con la máquina a medio engrasar y no es consciente de que, o cambian, o será la propia sociedad la que lo haga. Eso es lo que le debemos a un grupo de chavales -siento la condescendencia pero son bastante más jóvenes que yo- sobre los que nadie apostaba un euro.

Ideológicamente hay cosas que me separan y mucho. Lo de la banca pública, vamos ni aunque pidieran perdón durante el tiempo que les quede de vida y purguen su insolencia con el opusino cilicio por los siglos de los siglos, conseguirán convencerme. Lo de las asambleas, pues tampoco oiga. Sufrí las del 15-M en Almería y en medio de una plaza, dos horas después de una convocatoria aún seguían discutiendo sobre cómo se votaba y francamente, es ahí donde decidí que ya tuve bastante en mi época de estudiante y les mandé a enderezar plátanos al Amazonas.

Lo que me chirría de Podemos son sus constantes referencias a épocas pasadas y no demasiado gloriosas. Recordar en su primer discurso a Salvador Puig Antich, pues qué quieren que les diga, viejunismo en estado puro. Las alusiones a la dictadura cuatro décadas después parecen esconder un tortuoso deseo de haber vivido en un tiempo que por edad no les corresponde y, créanme, hoy se vive mejor, o menos mal según se mire. La referencia a la cal viva y al GAL nos suenan a rancio y a sus votantes, a agujeros negros y batallitas de abuelete pesao. Lo que no les perdono, sin embargo es la música. Para que quede claro: Lluis Llach era un pelma hace 30 años y lo sigue siendo ahora y en Vistalegre no entiende la letra ni Perry Mason. Me niego a revisar una Transición que, al menos desde un punto de vista cultural y con honrosas excepciones, nos trajo La televisión es nutritiva, y a Almodóvar y Mcnamara gritando, "¡Quiero ser mamá!". Por ahí sí que no paso. Dad una vuelta a todo eso chavales. La modernidad, no pasa por volver a un pasado triste.

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