Sociedad

Miles de mujeres españolas celebran su día con la crisis de telón de fondo

  • Amelia Valcárcel, una de las exponentes del feminismo, repudia que la imagen prevalente de la mujer sea la de la maltratada

Miles de mujeres salieron ayer a la calle en distintas ciudades españolas para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que este año ha tenido de telón de fondo la crisis económica y sus consecuencias sobre las mujeres. El empleo, el mantenimiento de sus derechos laborales y el rechazo a la economía sumergida han centrado buena parte de sus demandas.

Muchas han sido las voces que han hablado. La catedrática Amelia Valcárcel, una de las máximas exponentes del feminismo, repudia que la imagen prevalente de la mujer sea la de la maltratada, pues la mayoría son luchadoras que "avanzan posiciones" y que logran defender su propio espacio. La filósofa sostiene que la violencia sobre las mujeres no debe ocultarse, pero también defiende que se yuxtaponga la realidad mayoritaria: mujeres que progresan en el mundo laboral y que sobresalen en la Universidad u otros ámbitos. "Hay que dar imágenes positivas, ofrecer sólo la de víctimas no es serio y no ayuda", añade Valcárcel, Vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado.

Precisamente, el mayor problema de la imagen de las mujeres en la publicidad es que aún se opera con la "invisibilización" de los logros; los publicitarios no conectan con las mujeres reales porque "no las quieren conocer". Otro problema que preocupa a la catedrática de Filosofía Moral en la Universidad de Educación a Distancia en relación a la violencia es la ausencia de indicadores comunes en la UE para abordarla y medirla, "de lo contrario no sabemos a qué atenernos, no podemos diagnosticar y no podemos tratar al enfermo". Recomienda al Gobierno aprovechar la próxima Presidencia de la UE para avanzar en esa dirección.

Por otro lado, Valcárcel reconoce que el feminismo arrastra "mala prensa", pero lo considera algo "normal" porque es un movimiento que sigue vivo y, en consecuencia, hay resistencias para evitar a toda costa el cumplimiento de su "programa de máximos". Muchas mujeres -razona- se declaran "anti-feministas de cabeza y rechazan el término, pero en la práctica hacen las mismas cosas que propugnan las feministas: "No soy feminista, pero no me voy a quedar en casa haciendo papillas; no soy feminista, pero a mi marido no le permito que me levante la voz...".

La ex consejera de Educación de Asturias, también apoya que el feminismo sea estudiado en las aulas, porque, dice, "está muy bien saberse la guerra franco-prusiana, pero no saber nada de la revolución feminista no tiene sentido". Simplemente, subraya, "esto quiere decir que no está aceptado ahí arriba, no quieren que sea un conocimiento corriente". En este sentido explica que las jóvenes están bajo el "espejismo de la igualdad" y no son en absoluto conscientes de los derechos de los que disfrutan gracias al trabajo de anteriores generaciones.

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