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En la meca de la ficción andaluza

  • La localidad malagueña de Coín se ha convertido en el centro de la producción de ficción en Andalucía. Allí se ruedan las dos series de más éxito de Canal Sur: ýArrayáný y ýRocío, casi madreý.

No hay grandes letras blancas que, en la ladera de una colina, sirvan de reclamo y de bienvenida. Un cartel descolorido y oxidado es la única señal de que, al final de un camino empinado, se ruedan dos de las series de más éxito de la televisión en Andalucía. Coín no es Hollywood. Ni falta que hace. Lo que allí solucionan a golpe de talonario aquí lo apañan con “desparpajo, capacidad de improvisación y con pellizco”. Lo dice Ismael Morillo, el máximo responsable de Arrayán y Rocío, casi madre.

Ismael está al frente de “una gran familia” que tiene su casa en el kilómetro 2 de la carretera que une Coín y Mijas. En los estudios que Linze TV, la productora de ambas series, alquila a Paco Lomeña, en palabras de Ismael, “un productor medio majareta que ya va por su tercer plató en Coín”.

El primero fue el de Arrayán. La serie, que es el espacio más visto de Canal Sur diariamente, cuenta las historias que aloja el hotel Arrayán, “el único hotel que sólo tiene una habitación”, bromea Juan López, de Linze TV. El plató es grande, pero no da para tanto, así que la habitación cambia de cuadros constantemente, para que siempre parezca diferente.  Juan muestra orgulloso la parte central. A un lado, la recepción; junto a ella, la puerta; a otro lado, el bar... “casi se puede hacer un plano de 360 grados”, presume.

Ocho años lleva Arrayán funcionando. Ocho años en los que la familia no ha parado de crecer. Incluso le ha salido una hija. Rocío, casi madre es un spin-off de Arrayán y “un regalo” para todo el equipo de Linze. La serie ha supuesto más trabajo para todos. Antes, sólo con Arrayán, trabajaban seis meses de media al año y de forma intermitente. Desde que se inició Rocío, a principios de 2007, no han parado. Por eso Ismael considera la ficción “una recompensa a muchos años de dedicación”.

No tuvo que pensárselo mucho cuando le propusieron hacer la serie. “Me flipó que fuera una temática rural en Andalucía”, recuerda. Rocío está ambientada en Alminares, un pueblo ficticio de la Costa del Sol que tiene los mismos problemas que las localidades de verdad. También el mismo espíritu. “La gente es mucho mejor persona en los pueblos –dice–. En Rocío la gente se saluda. Eres una persona, no un número, como ocurre en las ciudades”.

La serie quiere transmitir ese espíritu rural. Ismael Morillo añade que, además, intenta proteger la esencia andaluza “sin caer en fundamentalismos”. Una esencia andaluza que rezuma obligatoriamente, porque el 90 por ciento del equipo (el mismo en ambas series) nació en Andalucía. Sin embargo, a veces los actores no saben interpretar en andaluz y esa es, precisamente, una de las señas de identidad de la serie. El habla de la tierra, con sus diferentes acentos y con su léxico autóctono. Ismael tiene incluso un palabrario con localismos (“como pamplina, que es muy gaditano”), que esparce entre las conversaciones de sus personajes.

A los actores les cuesta hablar andaluz porque han aprendido a interpretar en castellano. A los que forman parte del mundo de la tele les han dicho que para triunfar tienen que emigrar a Madrid. Pero el equipo de Linze se niega a aceptarlo. Arrayán y Rocío, casi madre ayudan a desarrollar el tejido audiovisual andaluz. “Hay que potenciarlo”, dice Ismael, “para que haya trabajo continuamente, para que el que no se quiera ir pueda quedarse y el que se quiera marchar se vaya con unas tablas y no tenga que hacerlo con una mano delante y otra detrás”. “Estoy por la descentralización”, concluye. Y defiende Málaga como lugar de rodaje, por la luz, por la cercanía del mar y de la montaña.

Son casi las tres de la tarde. El plató de Rocío está oscuro porque la escena que se rueda es nocturna, explica el jefe de iluminación. Ante las cámaras, las tres con las que siempre graban, sólo hay dos actores. Detrás, una veintena de personas: el realizador, la regidora, el director de fotografía, los responsables de maquillaje, peluquería...  Bromean porque la jornada está a punto de acabar, pero seguro que el  humor no era el mismo cuando llegaron, antes del amanecer.

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