TV-Comunicación

Cuando nadie me ve...

  • La operación Rueda destapa los repartos de comisiones en los contenidos musicales que ofrecen las cadenas más vistas de madrugada 

Alejandro Sanz cobra de sobra derechos por su obra musical, de canciones como Cuando nadie me ve. Un videoclip con alguno de sus temas no iba a generar ningún ingreso directo a la cadena que lo emita de madrugada. Sin embargo, imaginemos, las obras de jazz o de música culta de un tal Julio Zubieta pueden reportar a ese canal sobre el 30% de lo que genere en derechos de autor la emisión de sus desconocidas y hasta descacharrantes piezas musicales. Da igual la calidad o si abraza el plagio. Si nadie lo va a ver. Lo que interesa es la comisión de los autores por hacer pública esa pieza. Entre Sanz o Zubieta una cadena elegirá al segundo e incluso este tipo se convertirá en un autor recurrente. Cuantas más veces, mejor. Cada aparición es dinero, a cambio de insertar de manera gratuita su tostón de música. En sí no estamos hablando de un negocio ilegal pero ese reparto de comisiones y gratificaciones huele muy mal desde aquí.

Ya olía mal cuando se cobraba por la música feísima que sonaba de fondo en los programas de los cartomantes. Los contenidos musicales se hicieron los amos de la noche desde que en 2012 (y tras meter cabeza sobre 2005) se reguló de un tajo el desmadre de esos concursos telefónicos donde nadie entraba en antena. Los astrólogos, arrinconados a las deshoras, ya no son lo que fueron. Les va mejor en internet.Ahora nadie, apenas nadie, ve TVE es música, Miramimúsica en los canales de Mediaset, Únicos o Miniutos musicales en Atresmedia; o, en Canal Sur, Clásicos o Variedades. Si continúan en las parrillas es porque generan dinero a las cadenas. Un dinero gaseoso. Una rueda fraudulenta. La SGAE llegó hace ya tiempo a un acuerdo en el cobro de derechos a los canales. Las televisiones pagan una generosa cuota fija, en torno a los 15 millones de euros anuales. En la web de la sociedad se dice un 4,45% de los ingresos totales o 144 euros al mes en el caso de empresas muy modestas. La emisión de madrugada de música servida gratuitamente era una manera de revertir parte del pago a la SGAE. Algunos autores contribuyen de manera furiosa a ‘rescatar’ parte de ese dinero. El prime time, sin apenas contenidos de música, no justifica la fortuna que han de abonar las cadenas, pero los programas que nadie ve se convierten además en cuota de emisiones culturales. En el caso de las cadenas públicas estos espacios vienen bien para maquillar las cifras de servicio público en las comparecencias parlamentarias y justificar a sus directivos.

Pese a que apenas nadie ve esas interminables actuaciones musicales de madrugada (las hay frikies, grimosas, culturetas, flamencas y flamencoides), la responsabilidad de emisión de estos contenidos suele estar en manos de directivos de primera fila de las empresas. En el caso de Canal Sur el encargado era, hasta esta semana cuando se le ha abierto expediente, el director de Recursos Humanos durante casi un cuarto de siglo, Carlos Salazar. El poderoso responsable de las oposiciones de acceso a la RTVA era actualmente el jefe de la División Musical, pomposo cargo como supervisor de esos contenidos de madrugada: quién sale y cuántas veces. El juez le imputa que incluso comerciaba con otras cadenas. Aun así, la televisión de la que es máxima responable la presidenta Susana Díaz va a seguir emitiendo esta noche y mañana Variedades (03.05) y Clásicos (04.10), pese a que nadie los ve, son en general un contundente rollazo y están bajo investigación judicial. Salazar fue colocado en esa División Musical, que suena a milicia, por el entonces director de antena, Antonio Ramírez, relegado hace año y medio por presuntamente cobrar comisiones de los programas contratados a Ausbanc. En este caso el fraude se descubrió gracias a las escuchas al presidente del conglomerado, Luis Pineda. Canal Sur pagó 135.000 euros por cuatro musicales y un documental sobre el aceite que, oh qué curioso, se emitieron en horas intempestivas. Y si buscan Variedades o Clásicos para verlos a la carta lo van a tener imposible para contemplar sus actuaciones flamencas en Aranjuez o al intenso pianista gaditano Manuel Carrasco. En las demás cadenas pasa igual.

Antón Rexia, que fue cesado en 2013 a los pocos meses de su presidencia de la SGAE, según él por el acoso de esta trama, ya denunció que 11 autores habían facturado 25 millones en esos programas musicales de madrugada, cifra de la que al menos 7,5 millones habrían regresado a las cadenas públicas y privadas. Los maratones de c anciones feas y composiciones retocadas, con clásicos alterados en apenas unos acordes, los vienen programando La 1, La 2, Antena 3, Cuatro, Telecinco, La Sexta, Canal Sur, FDF, Neox y Nova. Es decir: a las cadenas más vistas no les importa que durante un buen rato nadie las vea. Y es lo que terminó de escamar al juez Ismael Moreno cuando se puso a investigar estas tramas de la llamada operación Rueda.

Entonces, cuando nadie me ve ¿qué ve ese medio millón de españoles insomnes, los cien mil andaluces que resisten a la almohada? Si no están brujuleando por el pago están viendo las series infantiles de Boing o Disney Channel, películas verdes de Paramount o documentales como Crímenes imperfectos, que en el canal Mega, a esas horas, consigue un 33% de share. Una cuota digna de Real Madrid. Cuando no hay audiencia la única justificación para no tenerla es el dinero.

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