Toros

Cayetano, a hombros, y Roca Rey, que reaparecía, cae herido

  • El madrileño abre la puerta grande -premio exagerado- y el limeño, que también cortó dos orejas, es corneado en el muslo izquierdo

  • Perera, aunque de vacío, cumplió

Cayetano, ayer, en su salida a hombros de la plaza de Pamplona.

Cayetano, ayer, en su salida a hombros de la plaza de Pamplona. / jesús diges / efe

La séptima corrida del abono de Pamplona ofreció las dos caras de la Fiesta. Por un lado, Cayetano abrió -premio exagerado-, la puerta grande en su debut en el coso navarro y, por otro, Roca Rey, que también fue premiado con sendas orejas, cambió la salida a hombros por la entrada al quirófano por una cornada en la parte superior del muslo izquierdo. Perera se marchó de vacío.

La terna tuvo como materia prima una corrida de Jandilla, de desiguales hechuras y en conjunto de buen juego.

Destacó la corrida de Jandilla, de desiguales hechuras y en conjunto de buen juego

Cayetano, que contó con un lote de gran calidad, cortó una oreja a cada uno de sus toros y salió a hombros. Con el castaño segundo, muy noble, al que recibió con dos largas cambiadas de rodillas en los tercios, ganó terreno a la verónica. Comenzó su labor de hinojos, en la que dibujó algunos muletazos de buen trazo por ambos pitones para cerrar de manera populista con circulares y alardes efectistas con el toro rajado en tablas. Mató de estocada eficaz y cobró su primer trofeo.

Con el muy serio y nobilísimo quinto, de mayor calidad que el anterior, estructuró bien un trasteo que comenzó con ayudados a media altura. El nudo de la faena estuvo marcado por el temple, pero faltó ajuste. Acabó de nuevo ofreciendo espectáculo a la galería, con muletazos de rodillas y un desplante de espaldas. Pese a que precisó de dos descabellos tras una media muy tendida, fue premiado con otra oreja.

Roca Rey, que reaparecía tras una cornada en Badajoz el pasado 22 de junio, cayó herido en la suerte suprema ante el cinqueño y jabonero sexto, un astado serio que cumplió en varas y dio buen juego. El limeño se lució en unas saltilleras, cambiando el viaje al toro. Con la muleta concretó un trasteo con altibajos, logrando lo mejores muletazos con la diestra. Se tiró a matar a ley y el toro le cazó. Ya en la arena, le infirió una cornada en el muslo izquierdo. Perera descabelló al burel y el banderillero Juan José Domínguez cobró el trofeo para su jefe y se lo llevó a la enfermería.

Con el tercero, Roca había impactado con unas gaoneras de salida y un quite por caleserinas. Comenzó su faena de manera de rodillas, intercalando un trincherazo. Logró una serie de nota por cada pitón y cerró con una arrimón con circulares invertidos. Un desarme y unas manoletinas fueron el preámbulo de la suerte suprema, en la que mató de pinchazo hondo y tras la que fue premiado con una oreja tras un aviso.

Miguel Ángel Perera, aunque sin trofeos, cumplió ante su lote. Con el primero, cornidelantero, manejable, concretó una labor sin relieve para matar de estocada caída y ser silenciado.

Con el noble cuarto, que se apagó pronto, Perera realizó una labor seria que comenzó con un par de muletazos por la espalda y en la que aplicó su mando y ortodoxia en el toreo fundamental. Como no vendió nada a la galería -¡lo que gustan los rodillazos en esta plaza!- no le tuvieron en cuenta. Tras un pinchazo, recibió una ovación.

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