Al sur del Soho se encuentra una visita gastronómica (casi) obligada en Nueva York. Por allí se pueden ver a redactores de las publicaciones de moda, algún que otro actor con ganas de pasar desapercibido e influencers de todo el mundo para desgustar el reconstituyente brunch de los fines de semana. Balthazar, con su evocación de selecto bistró parisino, es una institución en el postureo y en la comida informal de los neoyorquinos. Y de cada vez más turistas. El año pasado se extendía con su concepto hasta Londres.

Tiene vocación de non-stop, abre con los desayunos (por supuesto con bagels y cereales) a las siete de la mañana y la cocina y la barra están abiertas hasta pasada la una de la madrugada. Eso quiere decir que hay que buscarlo en nuestras horas, que no es horario punta para los autóctonos.Como sugerencia para la cena, el steak tartar, la sopa de cebolla y sus variantes en hamburguesas de calidad. Y puede ser un apacible lugar de copas.

En internet: http://balthazarny.com.